domingo, 26 de octubre de 2008

CENTRO CRISTIANO DE GUAYANA. SU HISTORIA

Conozco, oh Jehová, que el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos. Je. 10:23

En los primeros meses del año 1982 a raíz del retiro de la membrecía de varios hermanos y hermanas de la iglesia donde asistían, por incompatibilidad de doctrinas y actitudes; Dios puso en el corazón de los hnos. Aggeo Palumbi y Carlos Fushan, el deseo de visitar a estos hermanos, con la finalidad de reunir a esta hermandad. Así que, después de visitarle, y quedar de común acuerdo, nos reunimos para tener nuestro primer servicio, un domingo en la tarde, con un nutrido grupo de hermanos; en el hogar de los Esposos Aggeo y Rosa Palumbi, continuando allí las reuniones por algún tiempo.

Para esa fecha, el dueño del supermercado Santo Tome de Castillito, nos facilitó ocupar un local que tenían disponible al lado del supermercado, sin costo alguno para nosotros; con el acuerdo verbal que sería: Hasta que ellos lo necesitaran para el proyecto de ampliación que estaban desarrollando. Así que, acondicionamos el local para tal fin, compramos 60 sillas, como también un órgano, en Casa Verdi, para poder reunirnos en ese lugar. Mas tarde mandamos a fabricar 10 bancos y luego otros 5. El primer servicio en este nuevo local, lo tuvimos el día 18 de Julio de 1982 a las 10 a.m. (este fue nuestro segundo sitio de reunión) Con una asistencia de 55 personas, predicando en esa oportunidad tanto en la mañana como en la tarde, el hno. Guillermo Stepp misionero de las Asambleas de Dios. (Ya con el Señor)

Estábamos conscientes que ese lugar era provisional, así que comenzamos a buscar un terreno, para construir en el futuro un local propio, el hno. Palumbi consiguió uno de 504 mts. Cuadrados, diagonal a la universidad experimental abierta en Chilemex, propiedad del Sr. Humberto Mare, colindante a la residencia del dueño de Casa Verdi, que, para esa fecha teníamos buenas relaciones comerciales, ya que le habíamos comprado algunos instrumentos para formar una pequeña orquestra.

El 18 de agosto de 1983 dimos la inicial para adquirir el citado terreno, para que el resto se cancelara en el lapso de 60 días, o cuando estuviera listo el documento, legal de nuestra Asociación. Tuvimos que acelerar la redacción del documento para poder comprar el terreno, y el 19 de Diciembre del año 1983 se presentó el documento constitutivo para su registro, con el nombre de: “Centro Cristiano de Guayana,” (C.C.G.) El documento legal de nuestra Asociación, fue redactado por el Abogado, hno. Miguel Carranza, quedando la directiva integrada de la siguiente manera, Anciano: Aggeo Palumbi, Tesorero: Sam Omer Brengle, Secretaria: Livia Nichols, Diáconos: Ramón Fuentes y Juan Rentaría, Diaconisa: Camila Martínez.

Después de casi dos años los dueños del Supermercado nos dijeron que necesitaban el local, así que buscamos otro, que conseguimos en villa Central, edificio Residencias Caroní, en la misma calle, un poco mas arriba del supermercado. Para ese tiempo primeros meses del año de 1984 ya estábamos instalados en ese sitio, (nuestro Tercer sitio de reunión) y ya teníamos un pequeño conjunto musical compuesto de dos saxos altos, dos saxos medios, dos tenores, un bajo, una trompeta, dos bombardinos y una tuba, no tardó mucho para que los habitantes del edificio nos reclamaran que bajáramos el volumen de los instrumentos, ya que el sonido les estorbaba para hablar u oír la televisión, tratamos de cumplir pero era muy difícil y estábamos siempre con ese temor de los reclamos, nos gritaban y daban golpes a la pared, y como estábamos en una zona residencial no podíamos decir nada.

Pero a la vez estábamos contentos porque ya teníamos un terreno propio, y con la esperanza de que muy pronto con el favor de Dios, estaríamos en condiciones de poder construir nuestro local propio. Que lejos estábamos de la realidad, porqué para ese momento ignorábamos que Dios nos estaba conduciendo por otro camino; porque cuando el vecino de la parcela el Sr. Fiorani dueño de Casa Verdi, supo que éramos nosotros los que habíamos comprado la parcela al lado de su casa, manifestó su desaprobación por varios motivos: primero, porqué él siempre estuvo interesado en la adquisición de esa parcela, pero en el regateo para que se la vendieran más económica nunca llegó a un acuerdo con el antiguo dueño, (según nos refirió el mismo Sr. Mare,) segundo, y lo más grave para él, era el temor que ahora al lado de su casa se construyera una iglesia evangélica, y tercero porque esa era una zona residencial.

Para aquietarlo un poco, ya que reunió una comisión del conjunto vecinal y fueron a la casa del pastor Aggeo a exponer sus quejas, se le notificó (para calmarlos) que todavía no teníamos ningún proyecto, ni planos para la construcción, que solamente habíamos comprado recientemente ese terreno, y que en él, se podría construir también una casa y no necesariamente una iglesia. Seguramente que no salió muy convencido de lo expuesto. El Hermano Aggeo, estaba un tanto afligido por el error que había cometido, porque en ese momento, teníamos un serio problema donde nos reuníamos, con los vecinos por el ruido de los instrumentos, y también por estar en una zona residencial, y ahora se había comprado un terreno en otra zona residencial; realmente ni siquiera pasó por nuestra mente ese detalle, además que en ese sitio, con vecinos de clase alta, ellos nunca hubieran permitido la construcción de una iglesia en ese lugar.

No sabemos por cual razón, pero probablemente el Sr. Fiorani contactó con alguien de Bienes y Raíces en la C.V.G.para formular una queja formal, y allí le informaron que ellos estaban vendiendo terrenos con la zonificación A.C. (para asociaciones y clubes) en toda la avenida Las Américas y cerca de donde nosotros habíamos comprado el terreno. Rápidamente contactó con el hno. Palumbi refiriéndole el dato, el cual se trasladó al sitio, y en efecto le mostraron un planito con varias parcelas, dándole a escoger, la que estaban disponibles; tan fácil, como si se tratara de comprar algo en un negocio cualquiera. Viendo la ubicación, y el sitio tan céntrico donde estaba ubicado el terreno, no podía creer lo que le estaban mostrando; en ese momento se conmovió agradeciendo a Dios por todo eso, siempre pensó, que esos terrenos eran para privilegiados y con influencias. (Aunque nosotros somos más que eso) el confesó, que nunca se le hubiera siquiera ocurrido ni remotamente, de acercarse a esa dependencia de Bienes Raíces de la C.V.G. de no haber sido por el Sr. Fiorani.

Así que tomó el planito, se trasladó al sitio, y escogió la parcela que estaba más nivelada y que necesitaba el menor movimiento de tierra, con respeto a la calle, y esa era la parcela 203-00-09 de casi 2.100 metros cuadrados. Al notificar a la C.V.G. el número de la parcela seleccionada, nos pidieron una carta donde la junta directiva solicitara su adquisición. El día 13de febrero de 1984 pasamos a Bienes y Raíces, la carta donde se le manifestaba la aprobación por parte de la directiva, solicitando la compra de la mencionada parcela. Era solamente el comienzo ya que como entidad gubernamental, nos pidieron varios documentos que no teníamos; entre ellos la inscripción de la iglesia al Ministerio de Justicia y de Cultos, pero todo eso nos sirvió para actualizar y poner al día la documentación de la Iglesia, en los albores de de su nacimiento; teníamos apenas dos años de formada.

Para ese momento, el compromiso de adquirir la nueva parcela a la C.V.G. era motivo de preocupación, ya que todos nuestros recursos los habíamos invertido en la compra del terreno anterior. Cuando recibimos la información del costo de la parcela nos preocupamos (como humanos) aún más; porque a veces somos tardos para entender, que, si estamos en la voluntad de Dios, y Él nos esta guiando por esos caminos misteriosos, todo lo que hacemos prosperará. La información que recibimos fue que el costo total de la parcela era de 461.408 Bs. Como 107.304 US $ y para la fecha de la firma teníamos que pagar el 20 % teníamos la esperanza que todo el proceso tardaría algún tiempo, pero teníamos que comenzar a pensar en la venta de la parcela recién adquirida, la incógnita era si lográbamos venderla antes de la firma para efectuar la nueva adquisición; ya que por años el Sr. Mare la tuvo en venta sin ningún resultado.

No recuerdo los detalles si pusimos un cartel ofreciendo la venta del terreno, y a su vez le pasamos una carta al Sr. Fiorani de Casa Verdi dándole la primera opción de compra; lo cierto fue que el 27 de julio de 1984 recibimos una carta del Sr. Fiorani manifestando estar de acuerdo con la compra de la parcela adyacente a su casa, de nuestra propiedad. La vendimos con un incremento del 10 %.

Algunos podrán pensar o decir, que todo esto fue pura casualidad, pues para nosotros la palabra casualidad no la conocemos; lo que aplica en nuestro medio es: El reconocer a Dios en todos nuestros caminos, para que nos vaya bien, y enderece las veredas, aunque estas veredas nos parezcan extrañas. ¿Como se podría pensar en la casualidad, si estábamos agobiados y huyendo de un problema que teníamos en el local donde nos reuníamos, por ser una zona residencial? Y ¿cómo pudimos cometer el error de comprar un terreno justamente en otra zona residencial?, y además de personas pudientes que nunca hubieran permitido la construcción de una iglesia en ese lugar. ¿Cómo podía el Sr. Fiorani siquiera pensar que su apatía hacia el evangelio, y manifiestas reuniones de rechazo a esa adquisición de parte nuestra, estaban siendo utilizadas y guiadas por Dios para que nos condujera hasta la C.V.G.? ¿Y cómo podía siquiera pensar que su deseo de obtener ese terreno se realizaría, a través de nosotros? (ya que anteriormente no pudo ponerse de acuerdo con el Sr. Mare) ¿sabría él, que con la compra de nuestro terreno a la vez nos solucionaría el problema de dar la cuota inicial, para la compra a la C.V.G del nuevo terreno?

Todas estas incógnitas, no pueden absolutamente ser el producto de la casualidad. Reconocemos que Dios fue el planificador de todo esto, El Sr. Fiorani, el hermano Palumbi, y el Sr. Mare, no fueron sino instrumentos utilizados por Él para un fin, que no era otro, que el de manifestarnos su amor, y que estuvo, y estará con nosotros. Cuando nuestros planes coinciden con su voluntad todo lo que hacemos prosperará, y ratificando así una vez más, que nuestro trabajo desinteresado en el Señor no es en vano.

Después de tener y presentar todos los recaudos exigidos por la C.V.G. el 17 de Septiembre de 1985 fue la firma del contrato de venta de la parcela 203-00-09 al Centro Cristiano de Guayana; ya teníamos nuestro terreno, aunque debíamos 60 cuotas de unos 1.870 Dólares mensuales. Para principios del año 1986 ya estábamos trabajando en la planificación con algunas propuestas y planos para la construcción, pidiendo inclusive al hermano Sam Brengle, nuestro tesorero que nos trajera, en uno de sus viajes al norte, algunos planos de iglesias, para tener ideas de lo que se quería hacer.

Para esa fecha estábamos también atendiendo una iglesia en San Félix en el barrio Buen Retiro, llamada “Aguas Vivas”, mayoritariamente de población guyanesa; íbamos los domingos en la tarde. El hno. Sam y la hna. Margarita Baillie estaban encargados de ese campo. También estábamos visitando Iglesias con nuestro conjunto musical, con la idea de recabar fondos para la construcción, pero más eran los gastos de movilización que lo que se recolectaba, hicimos una petición de cabillas a Sidor, y tampoco tuvo éxito, luego pensé, que Dios quería que confiáramos más en Él que en otros, y que pusiéramos de nuestro esfuerzo en su realización.

Para febrero del año 1988. El hno. Palumbi manifestó a la directiva, que debido a varios problemas, de índole familiar, Judicial en el trabajo, y la conducción de la iglesia estaba exhausto, y propuso que se buscara un pastor, que pudiera atender mejor la obra, aunque su idea no era abandonar la iglesia, sino la de seguir ayudando como un miembro más, en el fortalecimiento y avance de la obra. Para ese tiempo, estaba de visita en la zona un misionero de Puerto Rico, de la Iglesia Bautista, de nombre Héctor Meléndez y su esposa Nilda. También estaba un hno. Llamado Peña egresado del I.B.C. de Barquisimeto que estaba dispuesto a aceptar el cargo, y estaba el hno. Benito Solano miembro de la iglesia y también estudiante del I.B.C. en Barquisimeto.

En el mes de Abril de ese año, el hno. Palumbi, después de haber participado a la congregación las razones de su separación voluntaria del cargo de pastor, mas no de la iglesia; aunque algunos no compartían este cambio, el 27 de abril de 1988 se sometieron los tres candidatos a votación quedando electo el hno. Benito Solano. La primera directiva con el hno. Benito como pastor fue electa el 15 de Junio de 1988 quedando de la siguiente manera: Diáconos: Ramón Fuentes, Aggeo Palumbi, Rafael Romero, Jesús Cermeño, Hernán Gutiérrez, y Octaviano González. Diaconizas: Iris Mendoza, Camila Baillie, y Emma Guevara, Por el período de un año y con una directiva como la que estaba vigente, el Pastor Benito notó como los cambios que él deseaba efectuar no prosperaban, por no tener la aprobación de la mayoría de la directiva.

Lo que realmente aconteció fue: Que en lugar de actuar con prudencia y ganarse la confianza y el favor de la congregación, se dedicó en un afán de efectuar cambios en la constitución, descuidando la parte más importante, la paciencia las relaciones humana hacia los hermanos, y el trato hacia algunos miembros que no estaban de acuerdo con sus planteamientos. Las cosas marcharon regularmente hasta agosto de 1989 cuando en reunión de Iglesia (2 de agosto de 1989), en lugar de seguir como se venía haciendo que la asamblea escogiera sus directivos (Diáconos y Diaconizas). El Pastor presentó una plancha de dos Diáconos y dos Diaconizas, y pidió a la congregación que se le diera para su aprobación un voto de confianza, y se aceptara así la nueva directiva, de la manera como ésta fue presentada.

La imposición causó inconformidad, con ésta nueva modalidad, estaba eliminando los que le podían adversar en los cambios que él pensaba hacer en la constitución y estatutos de la Iglesia. La nueva directiva quedó constituida de la siguiente manera: Diáconos: Ramón C. Fuentes y Jesús Cermeño, Diaconizas, Iris Mendoza y Gloria de Grumet. Aunque el Pastor saliente, hno. Aggeo, no comulgaba con algunas cosas, trataba de no participar, absteniéndose de hacer comentarios para evitar confrontaciones, pero para él hno. Benito, la sola presencia del hno. Palumbi le era de tropiezo, así que amistosamente fue a su casa, para hablarle, pidiéndole que dejara de asistir a la Iglesia, alegando que los hermanos lo veían él todavía como Pastor, y además explicando, que eso no era normal que un pastor, después que la congregación elegía a uno nuevo, el otro se quedara en la iglesia.

Aunque el hno. Aggeo trató de convencerlo de lo contrario, diciéndole que sus actitudes eran pasivas, y que le había apoyado en varias oportunidades, no quedó satisfecho; así que él hno. Palumbi continuó asistiendo por un tiempo más, sin tomar parte alguna, a ver si las cosas cambiaban. En ese tiempo, el hno. Benito comenzó a invitar algunos predicadores, con mensajes alusivos a que la iglesia lo tenía ligado, y que sin esa libertad no habría progreso, en una de esas invitaciones, vino un pastor y con una actuación digna de película, dijo: Que orando, Dios le reveló que tenía que darle un mensaje a nuestra iglesia y el mensaje era: ”Dejen trabajar a mi siervo” repitiéndolo varias veces; frente a tanta bajeza, el hno. Palumbi optó por retirarse de la iglesia, (de todas formas esa actuación surtió su efecto) y comenzó a asistir a la iglesia de los Diez Mandamientos.

Para esa fecha él hno. Benito había dejado el trabajo que tenía de supervisor en Sidor, y percibía un sueldo de la iglesia. Aunque para esa fecha varios dejaron de asistir, y se fueron para otras iglesias por varias razones, que no vienen al caso, mencionar para en este tema de la reseña de la iglesia. Razón por la cual solamente se hace un breve resumen de la situación del Centro Cristiano de Guayana; para el mes de septiembre de 1992, y esta era la siguiente: El terreno ya estaba cancelado y se nos había entregado el documento de propiedad, el hno. Benito mandó a fabricar una plataforma para efectuar campañas al aire libre, viajó a lo Estados Unidos para recabar fondos para la construcción, a su regreso efectuó varias campañas locales con hermanos invitados para tal fin, cuyos resultados para la iglesia no fueron económicamente positivos, (aunque puede que muchos se hayan convertido) las ofrendas bajaron y los gastos acabaron con el tesoro, a tal punto que no había para pagar el alquiler del local, ni para sustentar el pastor, manifestando luego el hermano Benito a la directiva, que tenía que buscar un trabajo para poder sostener su familia.

Para esa fecha tenía lista una nueva constitución, la que el deseaba, la que en su sincera opinión pensaba que era lo mejor para la iglesias, donde el Pastor era señor del rebaño, pero ya para que, 21 ovejas ya no estábamos asistiendo y pronto serían desincorporadas del libro de membrecía. De estas experiencias podemos sacar la conclusión, que las iglesias no marchan, ni crecen, por tener la mejor constitución de este mundo, sino con la guía de Espíritu Santo, y la mejor disposición de parte nuestra, de amarnos y tolerarnos los unos con los otros, y tratando de convencer a los demás que no comparten nuestras ideas, con la palabra de Dios, con mucha paciencia, en el amor fraternal y dispuestos también a oír, para no darle lugar al que trata siempre de poner discordia entre nosotros, que no es otro que nuestro común enemigo el diablo.

Debido a esta situación insostenible financieramente, tuvieron que salir de ese sitio de Villa Central; y como el hno. Benito tenía una casa en Villa Colombia pensaron que podrían por algún tiempo reunirse en esa casa, y así lo hicieron por algunos meses. (Este fue el cuarto sitio de reunión) Después de algunas reuniones en esa casa, se supone que hablaría con el hno. Héctor Meléndez (de Puerto Rico) para que se hiciera cargo de la Iglesia, y en una reunión efectuada en ese lugar de Villa Colombia se despidió como pastor, entregando la Iglesia a cargo del hno. Meléndez. Como este hermano tenía una casa alquilada en Unare II, acondicionaron el lugar para tener los servicios en ese sitio, por lo cual se mudaron nuevamente para ese sitio de Unare II. (Nuestro quinto sitio de reunión)

Relato personal del Hno. Palumbi.

Para el año 1994 estaba yo completamente ajeno a la marcha del Centro Cristiano por estar separado y asistiendo en otra iglesia, ni sabía donde se estaban reuniendo, ya catalogaba lo acontecido como una experiencia más de mi vida Cristiana, pero como mi camino de todos los días, yendo hacia el trabajo, era el de pasar al lado del terreno, cuando me fijaba en el, y daba lugar a la meditación, viendo el estado de abandono en que se encontraba ese lugar , pensaba en lo absurdo de la situación, causada por sostener y darle prioridad a principios légales, antes que los espirituales.

En ese tiempo, de vez en cuando me visitaban a mi casa los esposos Meléndez, los misioneros que estaban al frente de la iglesia Centro Cristiano, ya que teníamos buenas relaciones con ellos, pero seguramente a fin de evitar problemas en la iglesia nunca me invitaron a que los visitara. Pero el día 5 de Julio de 1994 día de fiesta nacional, comenzaron a cambiar las cosas; estaba descansando en mi casa cuando tuve la grata visita de un grupo de hermanas y hermanos del Centro Cristiano, con mucha alegría y cantando coros, realmente me emocioné mucho en volverlos a ver y se me aguaron los ojos, al sentir el sincero amor y el calor hermanable, nos saludamos no abrazamos fue todo muy agradable (no tocamos temas alguno de la iglesia) pero entre otras cosas que hablamos, la hermana Iris me preguntó, llamándome aparte, si estaba dispuesto a ayudarlos, (al momento no sabía en que podía consistir la ayuda ya que el hermano Meléndez estaba al frente de la obra) pero pensando que podían tener algún tipo de problema, le manifesté que sí estaba dispuesto.

Así después de pasar con ellos un tiempo muy ameno se despidieron, no sin antes quedar de acuerdo, por la invitación que recibí, que el siguiente domingo contracambiaría la visita en Unare, donde se estaban reuniendo, también para demostrarle que no tenía ningún problema en acompañarle. Mi esposa y yo, estábamos separado de ellos por circunstancias ajenas a nuestra voluntad, y tampoco queríamos ser motivo de algún problema.

El primer domingo después de la visita que tuvimos en nuestra casa, fuimos al servicio dominical y me enteré por los anuncios que el día 14 de Julio de 1994 los miembros de la iglesia tendrían una reunión con unos hermanos que vendrían de Puerto Rico, donde se decidiría el rumbo a tomar de la Iglesia, por supuesto yo no asistiría a esa reunión. Después supe algunos detalles de esa reunión y entre otras cosas la insatisfacción de la forma de ser del hno. Meléndez, y así luego de debatir, decidieron que no se afiliarían a la misión de Puerto Rico.

El sábado de la semana después de esa reunión, seguramente por el agrio sabor dejado de ella, los Hermanos de Pto. Rico le dirían al hermano Meléndez que regresara a Puerto Rico, ya que estaba perdiendo su tiempo aquí, con una mayoría de la asamblea en contra; por lo cual, vino a mi casa con los libros y documentos de la iglesia para entregármelos; ya que él pensaba regresar a su país, yo le manifesté, que no podía aceptar ni el encargo de la iglesia, ni esos documentos, de esa manera unipersonal, sino que consideraba sería necesaria la aprobación y el consentimiento de la congregación.

El domingo después de venir a mi casa el hermano Melendez , los visitamos (mi esposa y yo) nuevamente, y tuvieron otra reunión yo no sabía de la reunión (los hermanos de Puerto Rico ya habían dejado la zona) nosotros nos sentimos algo incómodos, debido a que se estaban ventilando actitudes habidas entre algunos miembros y el misionero Meléndez; que apenaron mucho a la hna. Nilda esposa del pastor y al mismo Meléndez, él cual luego se disculpó pidiendo perdón a los que estaban resentidos; también note cierta resistencia de parte de un hermano alegando repetidas veces que no podían haber dos pastores refiriéndose a Meléndez y mi persona (fiel discípulo de Benito) me preguntaba: ¿si nunca había leído, que en las epístolas repetidamente cuando se refiere a los que gobiernan las iglesias los escritos se dirigen a ellos como “a los ancianos” (presbúteroi) plural, y no al anciano en singular? Bien como la reunión no avanzaba, el hno. Zambrano propuso que se sometiera a votación mi aceptación, hubiera preferido no estar presente por la incomoda situación en que me encontraba, pero disimulé.

En efecto después de una votación con 3 abstenciones, ninguno en contra y 17 a favor se me encargó nuevamente la iglesia; en ese momento el hno., me entregó los documentos, y renunció al cargo que venía desempeñando en la iglesia. Como el hno. Meléndez viajaría, y el contrato de la casa donde estaban alquilados estaba vencido, nos mudamos y comenzamos a reunirnos en el local 1 del edificio Altamira en Alta vista. (Sexto sitio de reunión) En el tiempo que estuvimos reuniéndonos en ese sitio se unieron con nosotros algunos hermanos de la iglesia del Jardín Levante con la familia Bravo que tomarían participación activa en la reorganización de la iglesia.

La construcción de la iglesia fue una tarea dura para el reducido número de hermanos que habían quedado, la cooperación fue de una u otra forma casi total. Para recabar fondos hicimos un termómetro que indicaba semanalmente cual era la disponibilidad del tesoro de la Iglesia; y eso nos animaba para ofrendar para que el termómetro se elevara. También se hicieron promesa que cada miembro se comprometiera con una viga, una ventana etc. En el sitio nos reuníamos para trabajar, los sábados y domingo, unos cavando zanjas, otros poniendo tubería, otros batiendo mezcla, vaciando columnas, otras cocinando y repartiendo comida; se respiraba el mismo aire de cooperación que había en Israel cuando reconstruían lo muros de Jerusalén.

Lo que más quedó impreso en mi mente de la construcción, fueron dos cosas, una, cuando se estaba colocando la estructura del techo, estábamos colocando una viga sobre la pared del frente, yo estaba sobre la escalera ayudando a sostener la viga en la parte mas alta como a 6 ó 7 metros de altura, mientras el soldador ponía un punto de soldadura, para fijar la viga en la parte mas baja de la columna, luego de puntearla se trasladó para fijar la parte más alta donde yo estaba sosteniendo la viga montado en la escalera, cuando el soldador movió la viga para llevarla en su sitio para poderla soldar a la otra en el vértice, con el movimiento se rompió el punto de soldadura que había puesto al otro extremo de la viga, (seguramente el punto no era suficientemente fuerte) la cual no estando fija en ambos lados, resbaló de la pared y en lugar de caer al otro lado de la pared, se me vino encima tumbando la escalera y mi persona al suelo. En esa fracción de tiempo mientras caía me encomendé al “Señor de la obra” pensaba que había llegado mi hora; pero no, todavía le era útil, rápidamente me socorrieron me llevaron a la Clínica Familia, tenia un morado e hinchado el brazo cerca de la mano izquierda y un dolor en una pierna a la altura de la nalga, cuando me examinaron, el traumatólogo no encontró ni un solo hueso roto y a las pocas horas me dieron de alta. Considero que al caer de esa altura y no pasarme nada, no pudo ser otra cosa que el cumplimiento de la promesa del Salmo 91:11,12 Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos. En las manos te llevarán para que tu pie no tropiece en piedra. Fue realmente un milagro y otra señal, de que no duerme el que nos guarda.

A parte de este accidente no tuvimos otra cosa que lamentar, porque Dios esta con nosotros. La otra cosa que quedó también impresa en mi mente fue cuando terminamos de montar la estructura del techo y comenzamos a colocar las tejas. Como son un tipo de tejas especiales de cemento, y son algo pesadas tuvimos que subirlas en pasa mano, así que en cada metro, aun subiendo por las escaleras había un joven o una joven, pasando de mano en manos esas tejas; habíamos como más de 20 trabajando en esa tarea, hasta tarde en la noche, con bombillos alumbrándonos; también habían varios acompañándonos. Mujeres, niños, y ancianos, que no podían hacer ese trabajo pero se desempeñaban pintando las tejas, sirviendo y repartiendo refrescos y comida, pero todos trabajando con gran espontaneidad y alegría, porque era la obra del Señor, en el terreno que nos permitió ocupar. Siempre contando con la ayuda de Dios, y el esfuerzo físico y económico de cada miembro.

Para los primeros meses del año 1996 como teníamos que desocupar el local donde nos reuníamos por estar comprometido; aún sin terminar comenzamos a reunirnos en la nueva construcción, hacíamos el servicio dominical en la plataforma donde esta ahora el púlpito. (Habíamos llegado a nuestro séptimo y definitivo sitio de reunión) Desde aquel primer servicio en el año 1982, en mi casa, habían transcurrido 14 años, y si el numero 7 tiene algún significado la iglesia Centro Cristiano había terminado su peregrinación, reuniéndose en seis lugares diferentes antes de llegar al séptimo y definitivo, nuestra iglesia actual, la parcela que Dios tuvo a bien que tuviéramos por nuestra sede; para ver cumplido el deseo de poder reunirnos en un lugar sin tener el problema que nos mandaran a bajar el volumen de los instrumentos musicales.

Lastimosamente ya ese conjunto musical no existe, para que pudiera con sus sonidos, alegrar el área del nuevo templo; allí están guardados los instrumentos, testigos mudos de lo que un día fueron. Seguro estoy que si se hubieran manejado las cosas adecuadamente con la guía del Espíritu Santo, el conjunto hubiera perdurado en el tiempo, y yo mismo estuviera todavía tocando mi bombardino, como Benito su saxo tenor. Asumo con dolor parte de la culpa de lo acontecido, pero mis intenciones nunca fueron de abandonar el Centro Cristiano, sino de seguir colaborando porque para el Señor tanto vale el que dirige, como el que se desempeña en otras tareas; porque para eso decimos y creemos, que somos un cuerpo en Cristo, cuyos miembros tienen cada uno sus definidas funciones.

Pero así como Dios se encargó de enrumbar nuevamente la iglesia, espero que Dios levante alguien capacitado y con voluntad, para desempolvar esos instrumentos para y darle la función para lo cual fueron construidos. Concluyendo parte de este relato histórico de la iglesia C.C.G, digo parte, porque a la fecha, año 2007 la iglesia sigue adelante y unida, con otros proyectos por delante. No olvidando nunca los errores del pasado para no repetirlos y cuando hay que tomar alguna decisión, no tomarla por algún fin o idea personal, o para imponer ideas propias, sino buscando la dirección del Espíritu de Dios y la colaboración espontánea, no poniendo, como dice la palabra “bozal al buey que trilla,” y con la mira hacia delante, trabajando siempre con el norte de que nuestras actuaciones sean con el único fin de enaltecer a Jesucristo y su obra, y no nuestro ego.

Haciéndolo de esa manera el enemigo que anda alrededor de nosotros, no podrá prevalecer en contra de nuestras actuaciones, porque el que vela sobre cada grupo que componemos su iglesia universal es el que dijo “he aquí yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin” A Dios sea el Agradecimiento la honra y la gloria por esta humilde obra que nos ha permitido realizar. Digo humilde porque antes los ojos de Dios realmente este templo perecedero, no tiene valor alguno, lo más precioso, lo más valioso para él, somos nosotros, los que por haber sido elegido por él, pudimos creer en la luz que es Cristo, y nos reunimos en el lugar que él nos proporcionó, para alabarle y agradecerle por todo lo que él hizo por nosotros. Gracias Señor por elegirnos.
Aggeo Palumbi

jueves, 2 de octubre de 2008

AL CÉSAR LO QUE ES DEL CÉSAR

UNA BREVE BIOGRAFIA.. Febrero 2006

Si tuviera que darle un nombre a este testimonio de mi conversión, después de cincuenta años lo llamaría: dar "al César lo que es del César"

Nací en Pescara Italia el 24/03/35. Todo comenzó en el segundo semestre del año 1954. En ese tiempo comencé a pensar con cierta preocupación que en marzo del próximo año 1955 tendría que presentarme para el servicio militar. Ya sea por el trauma que me dejó la pasada segunda guerra mundial o por una natural aversión al servicio militar,  comencé a pensar la forma de evadirlo.

Entre amigos del grupo de jóvenes que nos reuníamos a conversar, vimos que la única forma de evitarlo era emigrar, nos informamos y supimos que había chance en dos o tres países entre ellos Venezuela, como tres amigos de nuestros grupo con sus familias  estaban en Venezuela, la escogimos como primera alternativa.

Al revisar la lista de los documentos necesarios para tal fin, me encontré con una gran dificultad. Para ese tiempo (1954) para emigrar pedían el certificado de bautismo de la iglesia católica. Rápidamente pensé que esto era un problema sin solución aparente para mi, ya que mi padre como creyente evangélico era contrario a ese rito religioso de bautizar los niños recién nacidos, por no tener ellos  conciencia propia de ese acto.

Pero seguramente mi salida del país estaba en el plan de Dios, ya que él es el planifica nuestros caminos, como dice en Jeremías 10:23 ”Ho Señor yo se que el hombre no es señor de su camino, ni del que camina ordenar sus pasos”. En efecto yo desconocía que por medio de una tía, por parte de mi padre, ella ferviente católica convenció a mi madre para efectuar en mí, este rito a espalda de mi padre, así lo hicieron, y me bautizaron en contra de la voluntad de mi padre. (no imaginaban que esto estaba en el plan de Dios para mi vida) Cuando algunos de la familia supieron de mi dificultad,  de no poder salir sin este documento, sabiendo de ese bautismo secreto, me revelaron lo que habian hecho y fue así como pude obtener ese certificado.

Con todos los documentos necesarios, me pude presentar para la visita médica junto con otros amigos, para emigrar hacia Venezuela. Antes de salir entre los saludos y las lágrimas de mi madre, mi hermano mayor me regaló un nuevo testamento de los Gedeones el cual puse en mi maleta.

Llegué a Venezuela en los primeros meses del año 1955 luego de algunos meses y aprender el idioma comencé a trabajar como operador de una planta de oxigeno en Caracas en la Siderúrgica Sivensa en Antimano. En ese tiempo vivía en la Av. Andrés Bello. Como no tenía muchas amistades, mis horas libres las dedicaba a leer novelas de policía, y de tanto leer mi mente estaba tan entrenada en las tramas que al solo leer dos o tres capítulos, ya intuía quien al final era el culpable, o el asesino; y esto le restaba mi interés en continuar con la lectura.

Fue así que un día dejé de leer una novela, y estaba buscando otro tipo de lectura, algo  que fuera diferente, en eso recordé del nuevo testamento de los “Gedeones” que me regaló mi hermano, lo tomé de mi maleta y me dispuse a leerlo. En la cubierta me llamó mucho la atención el verso del libro de Romanos. 10:9 que dice: “que si confesare con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios levanto a Jesucristo de los muertos eres salvo”. A este punto me hice la pregunta: ¿Eso quiere decir que yo soy salvo? Porque desde pequeño me habían enseñado sobre la muerte y resurrección de Jesús, siempre había creído eso de su muerte y resurrección. ¿Era tan simple la cosa como alli estaba escrito?

La curiosidad estimuló mi interés para continuar leyendo y meditando  en el verso que le sigue el 10 que dice: “Porque con el corazón se cree para justicia pero con la boca se confiesa para salvación”; entonces me dije: ¿Será que debo decirlo con mis palabras, que creo en la resurrección de Jesús? Fue así que pensé de probar eso manifestando con palabras esa creencia. Mentalmente  preparé una simple confesión, de lo que más o menos iba decirle a Dios, que consistía en lo siguiente: “Dios mío yo sí creo que tú levantaste a Jesús de los muertos”.

Recuerdo que esa tarde de enero de 1956 me puse de pie al lado de mi cama y me alisté para repetir en voz audible mi pequeña confesión de creer en la resurrección de Jesucristo, y comencé diciendo: Dios mío…. Y al pronunciar esas dos palabras no pude seguir se me formó como un nudo en mi garganta,  y comencé a llorar y llorar, me arrodille y apoyado en mi cama seguí llorando por largo rato; no entendía ¿porque lloraba? No lo se, sería el gozo por haber encontrado el camino, y la paz por la salvación de mi alma; como dice en el evangelio de Lucas 15:7 que habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesita de arrepentimiento.  Todavía no comprendía nada de la salvación, de creer que Jesús murió por mis pecados, etc. Estaba como un niño recién nacido doctrinalmente.

Dios no  dejo hablara, el conocía las intenciones de mi corazón, y ese era el momento, la hora de la llamada de Dios a la puerta de mi corazón. No eran las palabras que había preparado lo que contaba para Dios sino la intención de confesar que Cristo vive. Al fin de cuenta él había preparado todo, me sacó de mi círculo juvenil, de mis amistades, de mi patria, proveyó de ese certificado de bautizo que no sabía de poseer , y que más adelante iba a necesitar, y me colocó en Venezuela donde no hay restricción de credo. Pero eso no era todo, ahora tenía que colocarme en algún sitio adecuado para formarme espiritualmente.

Eso no tardo, en efecto al día siguiente de haber tenido esa experiencia con Dios, (en los primeros días del año 1956) mientras me dirigía para tomar el autobús para llegar al trabajo, en una ventas de revistas vi en la primera página del periódico “Ultima Noticias” “campaña evangelística con el predicador Luis Ortiz “

Creo que esa fue la primera vez que compré ese periódico desde mi llegada a Venezuela; después del trabajo busqué la dirección del evento que se efectuaría en la avenida Sucre de Catia, me informé donde quedaba, y a las 7.30 de la noche estaba en la campaña; seguí asistiendo por varias noches, luego me dieron la dirección de la iglesia donde comencé a asistir y donde comencé a formarme espiritualmente.

Me compré rápidamente una Biblia y comencé a leer ávidamente su contenido olvidándome del nuevo testamento de los “Gedeones” que me regaló mi hermano. Desde ese tiempo cada vez que he tenido la oportunidad de testificar, siempre enfaticé la experiencia que tuve con la lectura de Romanos 10: 9 y10 agradeciéndole así a “Dios lo que le pertenece a él,” y por la manera como preparó todo para llamarme y manifestarse en mi vida, para ese encuentro que él preparó para iniciarme en este camino espiritual; come está escrito en el evangelio de San Juan 15:16 que dice: no me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros.

Cuando la Compañía en la cual prestaba mis servicios me trasladó a Puerto Ordaz, para trabajar en la planta de oxigeno de la Siderurgica de Sidor, me relacioné con algunos hermanos de la zona, y por medio de los Hermanos Cocranes me uní a lo Gedeones Internacionales. Por varios años, siempre seguía testificando como Dios me llamó por esos versículos del nuevo testamento que me regaló mi hermano y siempre dándole a Dios gracias por su palabra y el poder salvador de ella.

En este año (2006) la dirección regional de los Gedeones Internacionales pidieron nuestro local para la reunión anual en la ciudad de Puerto Ordaz. Mientras estaba pensando en esta próxima reunión en nuestra iglesia, empecé a revivir aquella experiencia de hace cincuenta años, como Dios usó para llamarme ese nuevo testamento de esta organización que me regaló mi hermano que era un miembro de los Gedeones.

Es casi incomprensible, que en todo ese tiempo, y aún siendo un miembro de los Gedeónes Internacionales, nunca pasó ni siquiera por mi mente que también yo era un fruto del esfuerzo de esta organización, ni relacionar el trabajo que estuvo detrás de ese nuevo testamento; los recursos económicos para su impresión, el adiestramiento de los que son miembros, del envío y distribución en varios países y entre ellos Italia. Nunca les di ese reconocimiento a los Gedeones por la labor que desempeñan; por entregarme desde esa fecha de 1956, uno de esos ejemplares en mis manos, y siendo el medio para recibir el llamado de Dios, por esos dos versículos de Romanos 10.9y10 .

Al agradecer a Dios por los 50 años que cumplí en este año 2006 de haber conocido a Jesús como mi Salvador, de repente se me encendió el bombillo de mis recuerdos para entender  que por el regalo de un Gedeón de un nuevo testamento que ellos distribuyen, fue que llegó esa semilla que germinó de una manera  maravillosa en mi vida. Por eso dije al principio, que de darle un titulo a este testimonio tendría que ser: “dar al César lo que es del César” ya que solo  después de 50 años  fue que  reconocí  ese esfuerzo de los Gedeones“ y por supuesto a "Dios  lo que es de Dios", por dirigir los pasos de cada uno.

AL CESARE CIÓ CHE É DEL CESARE (en Italiano)

Febbraio 2006

UNA PARTE DELLA BIOGRAFIA.

Se dovessi dare un titolo alla testimonianza della mia conversione, dopo cinquanta anni la chiamerei: “Dare a Cesare ciò che è di Cesare”.

Sono nato in una città italiana chiamata Pescara il 24/03/35. Tutto iniziò nel secondo semestre dell’anno 1954. Pensavo con preoccupazione che a Marzo dell’anno venturo avrei dovuto presentarmi alle armi, e sia per il trauma lasciatomi dalla seconda guerra mondiale, o per una naturale avversione al servizio militare, iniziai a pensare ad una forma per evaderlo.

Fra gli amici che frequentavo si sparse la voce che l’unico modo per evitarlo era di emigrare. Ci informammo e vedemmo che c’era la possibilità di andare in due o tre nazioni tra le quali il Venezuela. Siccome già alcuni amici erano emigrati lì, tre del nostro gruppo ci accordammo di andare insieme in questa nazione.

Iniziai a preparare i documenti necessari a tal fine e nacque una grande difficoltà. A quel tempo (1954) per emigrare era necessario il certificato di battesimo della chiesa cattolica. Pensai subito che questo sarebbe stato un problema irrisolvibile per me, poiché mio padre era contrario a questo rito religioso che praticano i cattolici ai bambini appena nati e dunque era logico che questo fatto avrebbe impossibilitato il mio viaggio per il Venezuela.

Ma Iddio è Colui che pianifica il nostro cammino come sta scritto nella Bibbia nel profeta Geremia 10:23 “O Eterno, io so che la via dell’uomo non è in suo potere, e che non è in potere dell’uomo che cammina addirizzare i suoi passi”. Infatti, io non sapevo invece che, tramite una mia zia, sorella di mio padre, la quale era una fervente cattolica, ero stato battezzato. (non sapevano che tutto questo stava nel piano di Dio per la mia vita) Ella aveva convinto mia madre a praticare questo rito ma tutti me lo tennero nascosto sino a quando sopraggiunse il problema per la difficoltà di non poter uscire dall’Italia senza questo documento. A quel punto i miei familiari mi rivelarono questo segreto e fu così che ottenni il certificato di battesimo richiesto in quell’epoca per espatriare.

Così mi presentai per la visita medica con i miei amici per emigrare per il Venezuela. Prima di partire fra i saluti e le lacrime di mia madre, mio fratello maggiore mi diede un Nuovo Testamento che misi nella valigia.

Arrivai in Venezuela nei primi mesi dell’anno 1955. Dopo alcuni mesi e imparare l’idioma, trovai lavoro come operatore di un impianto di ossigeno a Caracas nella Siderurgia Sivensa di Antimano. In quel tempo vivevo con una famiglia italiana nell’Avenida Andres Bello. Non avevo molte amicizie, dunque nelle mie ore libere mi dedicavo a leggere novelle di polizia, e avendo la mente allenata alla lettura già mentre leggevo le prime pagine riuscivo a capire chi sarebbe stato alla fine il colpevole o l’assassino della trama, e ciò mi toglieva l’interesse a seguitare la continuazione della lettura.

Fu così, che un pomeriggio decisi di cambiare la tipologia del libro da leggere e ricordai che il mio fratello maggiore quando partii per il Venezuela mi regalò un Nuovo Testamento dei “Gedeoni”. Così lo cercai nella valigia e mi disposi a leggerlo. L’intestazione recitava un verso del libro dei Romani 10:9 il quale diceva: “Perché, se con la bocca avrai confessato Gesù come Signore, e avrai creduto col cuore che Dio l’ha resuscitato dai morti, sarai salvato”.

In quel momento, mi misi a riflettere su questo passo biblico e mi chiesi: Ma io allora sono salvato? Sin da piccolo mi avevano parlato della resurrezione di Gesù e io credevo a tutto ciò! Allora ci fu in me una forte curiosità di continuare a leggere il verso successivo il quale diceva: “Infatti, col cuore si crede per ottenere la giustizia e con la bocca si fa confessione per esser salvati”. A questo punto mi domandai: Sarà che devo manifestarlo con parole mie che credo nella resurrezione di Gesù per essere salvo? Allora pensai che dovevo provare a manifestare con parole ciò che credevo.

Fu così che preparai nella mia mente una semplice confessione che in parte era la seguente: “Dio mio, io credo che tu hai resuscitato a Gesù dai morti”…..Ricordo che mi misi in piedi nella mia stanza e con voce udibile cominciai a ripetere queste parole e appena dissi: Dio mio…..al pronunciare solo queste due parole iniziai a piangere come un ragazzino, mi inginocchiai ai piedi del letto e continuai a piangere. Ma perché piangevo? Non me lo spiegavo! Non era un pianto di dolore bensì di allegria. Com’è scritto nell’evangelo di Luca 15:7, che vi sarà in cielo più allegrezza per un peccatore che si ravvede che per novantanove giusti che non hanno bisogno di ravvedimento.

Iddio non mi lasciò parlare, poiché Lui conosceva le intenzioni del mio cuore in quel momento. Non erano le parole in sé che davanti al Signore contavano, ma l’intenzione del mio proposito di aprirGli la porta del mio cuore. Lui aveva preparato tutto, mi tolse dal mio circolo giovanile, dalla mia patria, aveva provveduto per me quel certificato di battesimo che io non sapevo di possedere e che in seguito mi sarebbe servito per ottenere il passaporto, e questo non era tutto, adesso voleva mettermi in un luogo per formarmi spiritualmente.

Infatti, il giorno dopo della mia esperienza con il Signore (che accadde nei primi giorni dell’anno 1956), mentre andavo a prendere l’autobus per raggiungere il posto di lavoro, vidi in un giornale locale “Ultimas Noticias” , l’avviso di una riunione evangelica con il predicatore Luis Ortiz. Credo che fu la prima volta che comprai quel giornale!

Così dopo il lavoro m’informai per sapere qual era l’indirizzo del luogo per assistere alle riunioni all’aperto per qualche sera di questa comunità evangelica e poi mi informai l’indirizzo della chiesa dove cominciai a frequentare per formarmi spiritualmente. Mi comprai una Bibbia e cominciai a leggere dimenticando quel Nuovo Testamento dei “Gedeoni” che mi regalò mio fratello.

Da quel momento in poi, ogni volta che avevo la possibilità di testimoniare, mi rifacevo sempre con enfasi a quel passo biblico del libro dei Romani 10:9,10 essendo grato a Dio per il modo come Lui ha preparato tutto per la mia vita e a quell’incontro che Lui fece con me che mi permise di iniziare un nuovo cammino spirituale. Come sta scritto nell’evangelo di San Giovanni 15:16 : “Non siete voi che avete scelto me, ma sono Io che ho scelto voi, e vi ho costituito perché andiate e portate frutto”.

Nel frattempo, la Compagnia nella quale prestavo servizio, per questioni di lavoro mi inviò nella città di Puerto Ordaz. Lì tramite i due fratelli della fede, mi unii al gruppo dei Gedeoni Internazionali. Per molti anni continuai a testimoniare come il Signore mi aveva chiamato tramite quei due versi e di quel nuovo testamento che mi regalò mio fratello prima di partire e sempre ringraziai Dio per il potere salvatore della Sua parola.

Proprio in quest’anno (2006), la direzione dei Gedeoni Internazionali, chiese il nostro locale per una riunione annuale nella città di Puerto Ordaz. Mentre io pensavo a questa prossima riunione nella nostra chiesa, cominciai a rivivere la situazione di cinquanta anni fa, quando, tramite il Nuovo Testamento di questa organizzazione internazionale il Signore mi chiamò.

Sino a quel momento non mi era mai passato per la mente che anch’io ero frutto dello sforzo di questa organizzazione. Già che un Gedeone molti anni fa aveva messo nelle mie mani quel nuovo testamento, e mai pensai al grande sforzo di questa organizzazione per la distribuzione, le spese che sostengono per la stampa e per l’invio di questi esemplari, in varie nazioni tra le quali l’Italia, che per me furono il mezzo diretto per ricevere la chiamata del Signore attraverso quei due versi.

Dopo cinquanta anni da quel lontano 1956, mi si accese la lampadina dei ricordi e ringraziai il Signore per quel regalo del Nuovo Testamento dei Gedeoni, poiché attraverso ciò, il seme della fede germogliò meravigliosamente nella mia vita. Per questa ragione al principio scrissi che per dare un titolo alla mia testimonianza, dopo cinquanta anni, io penso che il più esatto dovrebbe essere: “Dare a Cesare ciò che è di Cesare”. Ossia ai Gedeoni ciò che appartiene ai Gedeoni.

Tradotto per: Maria Spinella
Che il Signore benedica la Sua opera.