Proverbios
27:5 Mejor es la reprensión manifiesta que el amor oculto. -
Es
interesante analizar la vida de tres de
los varios hijos de David, rey de Israel, de los cuales Amnón fue su primer hijo, Absalón el tercero, y Adonía el cuarto. Los cuales perecieron
en ese mismo orden; antes de su padre el rey. Según lo relata la
Biblia eran jóvenes muy atractivos en lo físico. Y seguramente eran también el
orgullo de su padre, cosa que ciertamente permitió que ellos tuvieran un trato
especial de parte del rey.
En un
anterior escrito titulado “Absalón figura del lucero hijo de la mañana”,
se quiso resaltar la figura de este príncipe de imponente belleza y
presencia, ya que así lo describe la Biblia en 2 de Samuel. Debido a su intento, de destronar a su padre, ese hecho se tomó
como un tipo de lo que aconteció en el cielo, con esa rebelión de ángeles liderada por Satanás. hecho ocasionó que Dios re ordenara la tierra actual; que se encontraba en un estado de desorden y sin vida como lo afirma el inicio del libro de Genesis, y luego creara al hombre.
En este escrito se tratará de enfocar, los motivos que indujeron a estos jóvenes, a comportarse de esa manera rebelde como lo hicieron. Y como las consecuencias de esos comportamientos son una advertencia, tanto para los padres, para tomar muy en cuenta la enseñanza y la corrección en la adolescencia; como para los hijos en estar sujetos a las enseñanzas, en el diario vivir de la familia como tal. Por tal motivo, a continuación se expondrá acerca de la historia de estos tres jóvenes.
Esto es con el fin de aprender, y aplicar
una
adecuada enseñanza para nuestros hijos, como también para proporcionarle
un sano y ejemplar modelo de vida, de parte de los padres. Esto evitará en el futuro,
problemas como los que acontecieron con esos tres jóvenes; debido tanto al trato complaciente que
tuvieron en el hogar, como la falta de
corrección a tiempo de parte de sus padres.
Es de
esperar que todo lo que se exponga, sea un ejemplo que nos sirva de enseñanza, a fin de no
incurrir en los mismos errores. Con el fin de que los padres puedan impartir una adecuada y firme educación para sus hijos; sea en el temor de
Dios, como en darle un adecuado y sano ambiente familiar, en estos
tiempos difíciles en que vivimos.
Antes
de continuar con este tema, es necesario ubicarnos tanto en el tiempo, como los
motivos y consecuencias de todos los hechos que se relatan a continuación,
que ocurrieron en la familia de David; siendo Él un escogido de Dios como rey
de Israel.
Se podría asegurar, que las razones que motivaron esos hechos, están expuestos de una manera muy clara en la palabra de Dios; donde resaltan actitudes, muy leves y sin reprensiones ni reclamos de parte del rey hacia sus hijos. Según lo que relata la palabra en 1Reyes 1:6 esos jóvenes fueron levantados sin una educación apropiada, en el temor de Dios, como firme y adecuada corrección en el tiempo oportuno.
Esos errores se pueden entender por lo que nos revela la palabra de Dios, al referirse a uno de sus hijos, (Adonía) diciendo: “Y su padre nunca le había entristecido en todos sus días con decirle: ¿Por qué haces así? Además, éste era de muy hermoso parecer; y había nacido después de Absalón.”
No hay que descartar, que en todo eso también contribuyó el
bochornoso ejemplo del caso de David, y su mal testimonio con lo ocurrido en el caso
de Betsabé y su esposo Uría; causando que el nombre de Dios fuera blasfemado. Después que el profeta Natán reprendió al rey, por lo Uria y Betsabé, le informó de parte de Dios, que ahora la espada, (es decir la muerte) no se apartaría de su casa.
De modo que el profeta Natán en 2Sa 12:9 le dijo a David: “¿Por qué, pues, tuviste en poco la palabra de Jehová, haciendo lo malo delante de sus ojos? A Urías heteo heriste a espada, y tomaste por mujer a su mujer, y a él lo mataste con la espada de los hijos de Amón. Por lo cual ahora no se apartará jamás de tu casa la espada, por cuanto me menospreciaste, y tomaste la mujer de Urías heteo para que fuese tu mujer.”
Actualizando esa sentencia a las enseñanzas del Nuevo Testamento, sería lo que dice en Gálatas 6:7: “pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.” Había sembrado muerte y adulterio eso también segaría. Habiendo aclarado, esa ley bíblica de compensación, que todo lo que el hombre siembra, eso también segará; se continúa con el desarrollo de este tema de los hijos rebeldes de David.
El relato de los hechos y sus consecuencias. La
historia comienza en la localidad de Hebrón, antigua ciudad de Palestina,
donde David fue ungido como rey de Judá. En los siete años que reinó en
ese lugar, le nacieron seis de sus siete hijos, el primero de ellos fue Amnón
de su mujer Ahinoam, el segundo fue Quileab de su mujer Abigail, y el tercero
fue Absalón, hijo de Maaca una extranjera hija del rey de Gesur de Siria. Y el
cuarto, Adonía hijo de Haguit. No se mencionan los otros hijos por no formar
parte del presente tema.
Maaca
madre de Absalón tuvo también una hija llamada Tamar, y ella era muy hermosa,
razón por la cual Amnón primer hijo de David, de su mujer Ahinoam, se enamoró
de ella perdidamente al punto de enflaquecer en su apariencia
física. Fue así que un amigo viéndolo en es condición, lo aconsejó diciéndole: que fingiera
de estar enfermo, con el propósito, de que su padre el rey fuera a visitarle, y le
pidiera que enviara a la joven Tamar, para que ella le preparara algo de comer y
se lo diera. 2 Sam 13:6
Fue
así que se acostó en su cama fingiendo estar enfermo. Al ser notificado David de su enfermedad, este fue a visitarle, y
Amnón le pidió que le enviara a su hermana Tamar para que le preparara un
bocadillo. Inocentemente el rey mordió el anzuelo, así que le dijo a su hija Tamar, que fuera y atendiera a su hermano enfermo para que le preparara algo de comer.
Tamar ignorando la trama, preparó una comida al gusto de su hermano, y cuando ella se
la llevó, estando solos en el cuarto, la forzó para acostarse con él. La joven
sorprendida, le rogó que no actuara de esa manera, que le pidiera legalmente, al rey, que él no se la negaría; pero Amnón no quiso oírla y la violó. Después de
cometer ese agravio, aborreció a la joven de tal manera que mandó a sus
sirvientes que la echaran de su presencia y de su casa.
Absalón
su hermano al enterarse de lo acaecido, le dijo a Tamar que no se angustiara ya
que Amnón era su hermano, y ella se quedó desconsolada en casa de Absalón.
Cuando el rey oyó el relato “se enojó mucho”; esa fue su reacción. (no actuó ni consultó a Dios) Absalón aunque aborrecía
Amnón por lo que había hecho, calló y no dijo nada ni bueno ni malo, y sin
otros comentarios dejó que pasaran dos años.
Como
Absalón tenía un rebaño de ovejas, al momento de trasquilarlas, como se acostumbraba, él preparó una gran fiesta invitando al rey su padre, (el cual no asistió) como también a todos sus hermanos y por
supuesto entre ellos a Ammón. Al verlo allí, instruyó a sus siervos de
confianza, que al estar su hermano alegre por el efecto del vino, y al dar él
la orden lo mataran; y los criados
hicieron como se les había ordenado. (Primera visita de la espada que no se apartaría de su casa) De esta forma Absalón vengó a Tamar su
hermana, después de este hecho, siendo el autor intelectual, huyó a Gesur
en Siria de donde era su madre, y estuvo allí por tres años.
Como
el rey en ese tiempo era a su vez el juez de Israel, él sabía que por la ley
Absalón tenía que pagar con la muerte, el homicidio premeditado de su hermano
Amnón. Por esa razón él no podía promover o sugerir el regreso de su hijo
a Israel. Desde ese tiempo hasta hoy día, en muchos casos se utiliza el tiempo
"como medio para borrar las culpas" de los que cometen alguna falta grave; y siendo
Absalón el pupilo del rey, después de tres años ya nadie se acordaba del hecho.
Fue
así que Joab, general del ejército de
David, intuyendo el deseo del rey de ver a su hijo, instruye a una
mujer y preparan una treta a fin de convencer al rey para
hacer regresar a su hijo Absalón.
La
mujer, usada por Joab se presentó a David, presentándole un supuesto
caso de una riña entre dos hijos que ella tenía, donde ese pleito causó la muerte de uno de
ellos. Luego le informa que ahora los demás familiares, le
reclamaban que “entregara al que mató a
su hermano para darle muerte, para hacer justicia por la vida del difunto”,
cosa que le quitaría también el otro hijo ya que eso era lo que exigía la
ley.
Aunque el caso expuesto por la mujer no era real, y se trataba de una artimaña entre Joab y ella; con el fin de que el rey permitiera el regreso de su hijo desde Siria. Lo que dijo la mujer acerca de que reclamaban a su hijo para que muriera, estaba ajustado a la ley, y el rey lo sabía. Pero él se ablandó compadeciéndose de la mujer, y le dijo, que se fuera su casa y le agregó: “y yo daré órdenes con respecto a ti. Asegurándola de esta manera, que nada le pasaría a su hijo. Esta postura dio lugar a que luego diera la orden para que también su hijo regresara.
El relato bíblico.
En 2 Sam.14:4 dice: “Entró, pues, aquella mujer de Tecoa al rey, y postrándose en tierra sobre su rostro, hizo reverencia, y dijo: ¡Socorro, oh rey! El rey le dijo: ¿Qué tienes? Y ella respondió: Yo a la verdad soy una mujer viuda y mi marido ha muerto. Tu sierva tenía dos hijos, y los dos riñeron en el campo; y no habiendo quien los separase, hirió el uno al otro, y lo mató. Y he aquí toda la familia se ha levantado contra tu sierva, diciendo: Entrega al que mató a su hermano, para que le hagamos morir por la vida de su hermano a quien él mató, y matemos también al heredero. Así apagarán el ascua que me ha quedado, no dejando a mi marido nombre ni reliquia sobre la tierra.
En 2 Sam.14:4 dice: “Entró, pues, aquella mujer de Tecoa al rey, y postrándose en tierra sobre su rostro, hizo reverencia, y dijo: ¡Socorro, oh rey! El rey le dijo: ¿Qué tienes? Y ella respondió: Yo a la verdad soy una mujer viuda y mi marido ha muerto. Tu sierva tenía dos hijos, y los dos riñeron en el campo; y no habiendo quien los separase, hirió el uno al otro, y lo mató. Y he aquí toda la familia se ha levantado contra tu sierva, diciendo: Entrega al que mató a su hermano, para que le hagamos morir por la vida de su hermano a quien él mató, y matemos también al heredero. Así apagarán el ascua que me ha quedado, no dejando a mi marido nombre ni reliquia sobre la tierra.
Entonces el rey dijo a la mujer: Vete a tu casa, y yo daré órdenes
con respecto a ti. Y la mujer de Tecoa dijo al rey: Rey señor mío, la maldad
sea sobre mí y sobre la casa de mi padre; mas el rey y su trono sean sin culpa.
Y el rey dijo: Al que hablare contra ti, tráelo a mí, y no te tocará más. Dijo
ella entonces: Te ruego, oh rey, que te acuerdes de Jehová tú Dios, para que el
vengador de la sangre no aumente el daño, y no destruya a mi hijo. Y él
respondió: Vive Jehová, que no caerá ni un cabello de la cabeza de tu hijo en
tierra.”
Después
que el rey descubrió que todo eso fue un plan de Joab y de la mujer, dio la
orden para que regresara Absalón. Seguramente David para tapar un poco su
posición de juez y rey, ya que tenía
que dar el ejemplo, por no castigar
a su hijo, debido a que Absalón por la ley, merecía la muerte. Al
regresar de Siria donde se había refugiado, optó por dar la orden de
confinarlo en su casa. Escudándose con su conciencia y delante de Dios al decir: ¡“y que no vea mi rostro”! Evadiendo así la ley de Dios no aplicando el castigo que
merecía.
Después
de su regreso, pasaron como dos años, seguramente aprovechándose de la edad de
su padre, y su carácter blandengue hacia la familia al encubrir sus faltas. Absalón
aprovechó esa coyuntura para conspirar
contra su padre para destronarlo, y con la
intención de matarlo. Por supuesto que la conspiración hubiera prosperado
si Dios no hubiera intervenido para trastornar los planes que el sabio Ahitofel le había propuesto a
Absalón.
Por lo que concierne a David al ser informado de la conspiración, entendió que eso lo estaba permitiendo Dios, y por no derramar sangre, opta por humillarse y abandonar el palacio. Dios por amor a su siervo, hizo que el acertado consejo de Ahitofel fuera rechazado por Absalón, ya que ese consejo no lo incluía a él en la persecución de su padre. Mientras el consejo de Husai, estimulaba su ego al decirle que tenía que ser él mismo que persiguiera a su padre, para que luego el pueblo lo reconociera como Rey.
Acatando
el consejo de Husai, que era otro de los sabios de Israel y amigo de
David, el mismo Absalón se pone al mando de sus hombres; para ir en contra de
los diestros hombres de guerra de David
y de su general Joab. Al llegar al sitio todo estaba listo para iniciar la
batalla. Al salir el ejército de David para enfrentar a los hombres del hijo rebelde; el rey imparte la orden de no matar a su hijo,
ordenando así que le preservaran la vida.
Al
enfrentarse los dos grupos de hermanos en
esa batalla, era lógico que el ejército de Absalón estaba en desventaja, frente a los experimentados guerreros de David , en
ese enfrentamiento. De modo que tuvo una pérdida de
veinte mil hombres, donde muere también Absalón; al quedar suspendido por su
abundante pelo a la maleza al tratar de
pasar debajo de un arbusto, ya que su mula avanzó dejándolo a él suspendido, al enredarse su pelo en esa maleza. Al encontrarlo en esa condición le dan muerte,
trasgrediendo la orden del rey. (La segunda visita de esa espada que no se apartaría de su casa)
Este
hijo rebelde, ademas de mandar a a matar a su hermano, fue el promotor de esa gran mortandad, entre hermanos de un mismo pueblo,
por estar actuando fuera de la
voluntad de Dios. Como también esa mortandad también se hubiese podido
evitar, si David hubiera castigado a Absalón,
tal y como lo exigía la ley, por ser el autor intelectual de la muerte de su hermano Amnón.
Al enterarse David que su hijo había muerto, lloró abiertamente, con profundo dolor. Diciendo: ¡hijo mío Absalón, hijo mío, hijo mío Absalón! quien me diera que muriera yo en lugar de ti!
Realmente
David estaba ofuscado por el amor que le tenía por su hijo, no se daba cuenta del
desastre que habían provocado tanto él por no aplicar la ley, como por la rebelión de "su hijo amado ", enlutando de esa manera a esas veinte mil familias.
Este relato es una muestra, que no se puede ser complaciente con el pecado, ya que, al no reprender y castigar a su hijo adecuadamente; fue también la causa de todo ese dolor causado al pueblo.
Este relato es una muestra, que no se puede ser complaciente con el pecado, ya que, al no reprender y castigar a su hijo adecuadamente; fue también la causa de todo ese dolor causado al pueblo.
Esa
inútil guerra perjudico, tanto a Absalón por
su muerte, y el dolor que le causo a su padre, como
el sufrimiento de esas 20 mil familias. Tolerar el pecado es un arma
de doble filo, que se revierte en contra de uno mismo, perjudicando también a otros.
Cuando
Joab su general, vio la desmesurada
actitud de lloro del rey por su hijo,
reprendió al Rey diciéndole: “Hoy has avergonzado a
todos tus siervos que han librado tu vida, pues hoy me has hecho ver claramente
que si Absalón viviera, aunque todos nosotros estuviéramos muertos, entonces
estarías contento.” Al oír estas palabras, David reaccionó y se
levantó para felicitar a su ejército.
Muchas
veces el amor hacia un ser querido, impide ver la realidad de las cosas,
cuantas madres al saber que a su hijo lo pusieron preso por algún delito cometido, salen
en su defensa diciendo que él es un dedicado estudiante, que no se mete con nadie y lo que están
haciendo con él es una injusticia.
Podemos
entender el dolor de un padre o una madre, cuando a su hijo le acontece algo,
pero no se puede ir en contra de la ley, y menos cuando sabemos de algún mal
comportamiento tempranero, y no se toman medidas a tiempo. Dejando de
actuar por amor, y encubriendo posturas fuera de la ley sin estorbarlos. Con
actitudes pasivas hacia nuestros hijos por cosas mal hecha, estaremos
cooperando para futuros problemas. Actitudes como las de David nos producirán
amargas consecuencias.
Recuerdo que tenía como unos diez o doce años, cuando mi madre me pidió que fuera al mercado a comprar algunas frutas para el almuerzo. Caminando en la calle del mercado, veo que a una señora se le cae un billete (como de 50 Euros) enseguida lo recogí, como águila a su presa, y compré más fruta de la que me habían encargado.
Recuerdo que tenía como unos diez o doce años, cuando mi madre me pidió que fuera al mercado a comprar algunas frutas para el almuerzo. Caminando en la calle del mercado, veo que a una señora se le cae un billete (como de 50 Euros) enseguida lo recogí, como águila a su presa, y compré más fruta de la que me habían encargado.
Al regresar a mi casa, y ver mi madre la abundancia de
las frutas, extrañada me preguntó, como había hecho para comprar todas esas
frutas con el dinero que ella me
había dado; pues aclarando que no la había robado, orgullosamente dije: fue que
a una señora se le cayó un billete, y zas lo recogí y compré más frutas. Realmente
estaba orgulloso de lo acontecido y de haber provisto más frutas para la mesa,
no entendía todavía que en eso había algo malo, y lo retenía como un hecho
normal.
Al relatar el hecho, estaba presente mi hermano mayor, el cual llamándome aparte quiso que le relatara minuciosamente lo que había acontecido, para constatar si me había encontrado el billete sin saber de quién era, o si realmente había visto que se le había caído a la señora.
Pues como yo no veía nada malo en lo que
había hecho, le dije que yo iba caminando a unos tres metros detrás de la
señora, cuando vi que se le cayó el billete y yo lo recogí del suelo, (dando a
entender que no lo había robado). Él repitió una
vez más ¿tu viste cuando a la señora se le cayó el billete cierto? Al
responder afirmativamente con un sí, y recibir una bofetada que casi me tumba
fue una sola cosa.
Con
furia me defendí llorando y diciendo que yo no lo había robado, que eso cualquiera lo
hubiera hecho igual que yo. Luego de pasar la tormenta de la bofetada, mi
hermano me dijo, lo que consideré en mi opinión lo más absurdo que había oído
hasta ese momento: “Al ver que a la señora se le había caído el billete, tu
tenía que haberle devuelto el dinero”. Esa actitud de devolverle el dinero, que
ella no había cuidado, no cabía en mi mente en ese momento de mi adolescencia,
sin embargo doy gracias a Dios por esa bofetada que más tarde me ayudó a
entender, que al ver a quien se le había caído, no me daba derecho a que me
adueñara de él como yo pensaba al principio.
¿Qué hubiera pasado si en familia todos se hubieran quedados callados, haciéndose la vista gorda, y mi hermano no me hubiera estorbado? Este es solo un relato de las muchas cosas que acontecen a veces en la familia. En muchos de los casos no se toman correctivos a tiempo, aludiendo que son niños, o jóvenes. Pues las cosas se corrigen en su temprana edad porque llegará el día cuando ya no harán caso, y todo el trabajo de corregir se habrá perdido.
Aunque
la palabra de Dios nos enseña que insistamos en corregir, donde en 2 Tim. 4:2 dice: “Que
enseñe la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; exhorta con toda
paciencia.” Se entiende “a tiempo” en el hogar, cuando los hijos
están en sujeción; y “fuera de tiempo” cuando ya no se sujetan, sin embargo no
debemos de abandonar nuestra tarea de exigir respecto y rectitud tanto a los
padres como a las autoridades y al prójimo.
Luego de la amarga experiencia que David tuvo
con Absalón, le esperaba otro problema de parte de su cuarto hijo Adonía. Para
ese momento la espada, que le dijo Natán
que no se apartaría de su casa, lo había visitado por segunda vez, y sus mujeres fueron usadas por Absalón a la vista
de todos; tal como Natán le había dicho.
Pero
¿Por qué a este rey amado de Dios, tan respetado, sagaz e inteligente le pasarían
todas estas cosas? Y por añadidura de
males, estas acontecían en su propia familia. El primer problema lo tuvo con
su hijo primogénito, Amnón que violó a su hermana Tamar, y por
esa causa lo mataron. El segundo con la rebelión de Absalón, y también lo mataron, ahora se le presenta el tercer problema con su hijo Adonía.
La
respuesta del porqué le pasaron esta cosas a David, la tenemos en I Reyes 1:5,6 donde se nos aclara, cuál era
la actitud del rey hacia sus hijos, que dice: “Entonces Adonía hijo de Haguit se rebeló diciendo: Yo reinaré. Y se hizo
de carros y de gente de a caballos, y de cincuenta hombres que corriesen
delante de él. Y su padre (David) nunca le había entristecido en todos
sus días con decirle: ¿Por qué haces así? Además que este era de hermoso
parecer; y había nacido después de Absalón.”
Este
último versículo, nos revela que los problemas que le sobrevinieron a David, a parte de lo que Natán le había dicho, "que ahora la espada no se apartaría de su casa" era el fruto que estaba cosechando de
ellos, por el trato que les dispensó a sus hijos en sus días. Además de no haberlos molestados en reprenderlos es posible que los idolatraba, al estar
orgulloso de ellos por ser de muy
hermoso parecer. Seguramente en su opinión, no merecían ser estorbados, y mucho menos castigados,
David era débil en ese aspecto con sus hijos, como muchos padres hoy día hacen
lo mismo, a pasar por alto muchas cosas.
También
hay que agregar, que todos esos
problemas que le sobrevinieron a David eran
el fruto que estaba cosechando por sus propios errores;
como consecuencias de su actitud hacia Betsabé y ordenar la muerte
de Uría su esposo. Ya que el profeta Natán claramente le había profetizado:
“que
ahora la espada no se apartaría de su casa.”
Según
lo que nos aclara la palabra de Dios, David fue muy blandengue con sus hijos, al
no reclamarle nada, posiblemente tenía el mismo pensamiento de muchos padres
hoy día que dan rienda suelta a sus hijos, escudándose con decir: son jóvenes, sin entender que con la
tecnología de hoy día un joven de 15 años, conoce más cosas de la vida, que un
padre de 50 años.
Padres
que no saben dónde están sus hijos la mayor parte del tiempo, lo que hacen, ni
con quienes se están reuniendo. Es normal luego oírle decir: “déjalos
que son jóvenes”, o la otra frase: “yo sé lo que tengo por
hijos y quienes son ellos," con esas palabras silencian a los que
tratan de abrirle el entendimiento.
Luego
cuando la joven le trae un "nuevo
miembro" a la familia, o el arresto de uno de ellos, quedan
sorprendido, o mejor dicho: “comienzan a despertar, a la realidad.”
Amar a los hijos no es malo, pero el verdadero
amor hacia ellos se complementa con una buena educación cristiana, con
disciplina y corrección, cuando se les nota algo que no marcha adecuadamente, y
no dejando esto para cuando sean más grandes, sino desde su temprana edad. En
Pro.27:5 dice “Mejor es la reprensión manifiesta que el amor
oculto.”
Cuando
en algunos hogares los hijos, al igual que Absalón y Adonías, al llegar a la edad
de, (18,19) años, quieren tomar el
control del hogar, y cuando los padres se
atreven a decirles algo, hasta son capaces de amenazar con levantar les las manos. Quieren que los dejen
tranquilos, independiente, y en otros casos cuando los padres les dicen algo, utilizan la expresión: “hay papá
yo sé lo que hago déjame tranquilo.”
Pero
esa independencia que quieren, por supuesto no incluye desligarse de la
utilidad del hogar donde se formaron; para así
tener el “hotel paterno”, teniendo donde dormir, comer, tener ropa limpia,
y disponer de algo de plata. Ya que lo concerniente al sexo, eso lo consiguen fácilmente
fuera del hogar entre sus amistades. Razón por la cual, no se preocupan para
formar su propio hogar.
Hasta
que llega el momento que estos “angelitos y angelitas” llegan a ser una pesada
carga para sus padres, que los trajeron al mundo. Cuando no han recibido una
educación adecuada, el respeto hacia los padres a algunos de ellos, no les
interesa en absoluto, como tampoco los consejos ni los sentimientos de sus padres. Cuando
esto acontece nos damos cuenta que se ha perdido el dominio, y la autoridad en
el hogar.
Es en ese momento cuando aflora el espíritu de Adonías que dijo: “yo reinare”, no le interesaba la opinión de su padre y de todos los demás; su pensamiento y decisión eran ley. Muchos de esos hijos rebeldes, como Adonías, no toman en cuenta que hay un ser superior al de sus padres que vigila todo lo que está debajo del cielo.
Es en ese momento cuando aflora el espíritu de Adonías que dijo: “yo reinare”, no le interesaba la opinión de su padre y de todos los demás; su pensamiento y decisión eran ley. Muchos de esos hijos rebeldes, como Adonías, no toman en cuenta que hay un ser superior al de sus padres que vigila todo lo que está debajo del cielo.
Así que, él
pudo convencer a Joab general del
ejército de su padre, que lo defendió de la rebelión de su hijo Absalón, pero ahora se une al plan de Adonías; que convenció también al sacerdote Abiatar, para que lo ungiera como
rey de Israel, y le diera la bendición; armando así toda la conspiración en contra de su padre. Pero no contaba con la voluntad de Aquel, que quita y pone reyes, y Dios tenía en sus planes como nuevo rey de Israel, en lugar de David su padre a Salomón y no a él.
De manera que, cuando se lucha en contra de la voluntad de Dios, el enemigo entorpece la mente
del ser humano, y Adonías no escapó de esta torpeza, ya que mientras estaba armando la
conspiración, le avisaron que su padre había ordenado que se ungiera a Salomón
sentándolo en su trono. Asustado se refugió en el templo, agarrándose de los
cuernos del altar, para que no lo mataran por estar conspirando. Pero Salomón le perdonó la vida no tomando en cuenta su
conspiración.
Pero
la torpeza del enemigo se hizo presente nuevamente apoderándose de su mente, y ahora trama de pedir a Betsabé madre de Salomón, que intercediera
con su hijo para que se le diera por esposa a Abisag Sunamita; la joven esposa de David su padre, que nunca la conoció debido a su avanzada
edad.
Esta
nueva treta, saco a Salomón de sus casillas, ya que su hermano ya tenía a su favor al general Joab y al sacerdote Abiatar, solo le faltaba la sunamita para formar un gobierno
paralelo para volver a conspirar.
Claro,
su padre nunca lo había entristecido o amonestado cuando hacía algo malo, es posible que se había acostumbrado a tomar decisiones
propias. Esto dio lugar a que
tuviera suficiente valor para intentar destronarlo; considerando también la edad avanzada de su padre. Pensando que sentarse en el trono era un hecho.
No sabemos si él sabía que el rey ya le había prometido el trono a Salomón, ni pensó, o tomó en cuenta que para reinar sobre el pueblo de Israel tenía que tener la aprobación de Dios. Este detalle seguramente no pasó por su mente para nada; ni por la mente de Absalón que ya había perecido en el intento de destronarlo.
No sabemos si él sabía que el rey ya le había prometido el trono a Salomón, ni pensó, o tomó en cuenta que para reinar sobre el pueblo de Israel tenía que tener la aprobación de Dios. Este detalle seguramente no pasó por su mente para nada; ni por la mente de Absalón que ya había perecido en el intento de destronarlo.
Por
esta razón su deseo de Adonías no llegó a realizarse, y por orden de David fue ungido
Salomón como sucesor del reino. Pero lo que se trata de resaltar en este
escrito, es la falta de corrección a tiempo, hacia los hijos por parte de
David, su amor hacia ellos ofuscó su mente para no corregir a tiempo, y corregir los
errores comunes de cada hijo en ese período tan importante de formación. Porque
de aprovechar bien ese lapso de tiempo en corregir a los hijos, dependerá el
respeto de ellos para la familia y la sociedad en el futuro.
Pero
ahora, Adonías ya no contaba con su complaciente padre, que “nunca en todos sus días lo había
entristecido o dicho ¿Por qué haces así?.
Posiblemente pensó que su hermano era igual a su padre, ya Salomón le había perdonado una vez, y esta vez su atrevimiento recibiría su
castigo. En efecto en 1Re
2:23 lo relata al decir: “Y el rey Salomón juró por Jehová, diciendo: Así me haga Dios y aun me añada, que contra su vida ha hablado Adonías estas
palabras.
Ahora, pues,
vive Jehová, quien me ha
confirmado y me ha puesto sobre el trono de David mi padre, y quien me ha hecho casa, como me había dicho, que Adonías morirá hoy. Entonces el rey Salomón envió por mano de Benaía hijo de Joiada, el cual arremetió contra él, y murió.” Aunque David ya no estaba en vida la espada visitó su casa por tercera vez.
Tanto
el descuido de los padres por no corregir
a sus hijos a tiempo, como el de los hijos, de no acatar los consejos de la
palabra de Dios,; tienen consecuencias muy desagradables, con esta exposición del relato bíblico de la vida de este re y como educó a sus hijos tenemos un ejemplo: de “LOS HIJOS REBELDES DE DAVID”.
Aggeo Palumbi noviembre 2009 revisado marzo 2018
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