EL CREYENTE Y LA MUERTE
Esta exposición consta de varias partes siendo esta la primera de ellas.
Introducción.
Realmente
este tema aunque se titule “E creyente y la muerte” debería
ser dirigido y leído mayormente por ese conjunto de hombres y mujeres que viven despreocupados, sobre el destino futuro de su alma. Bien sea porque nunca
oyeron hablar sobre el alma que poseen, o porque han recibido enseñanzas que no
se encuentran en la palabra de Dios que es la Biblia.
Es de
esperar que cualquier creyente que lea esta exposición pueda aconsejar su
lectura a personas confiada que ignoran estas cosas, o imprimirlo para que lo lean; bien
vale la pena para que estén informados sobre este tema, que es tan importante por ser
de valor eterno.
Por supuesto
que de no creer en lo que la Biblia
enseña no se obtendrá ningún provecho de este estudio; de creer y acatar sus
enseñanzas, pondrá al hombre y la mujer
en el camino que Dios quiere que transite. Jesucristo lo confirmó en el
evangelio según san Juan 14.6 al decir: "Yo soy el camino, y la verdad,
y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí".
Después
que el hombre desobedeció el mandato de Dios, Comenzó su peregrinar por este mundo, por un tiempo que estaría limitado por la muerte. Esta sería, tanto la espiritual
afectando el alma, como para su cuerpo
que iría envejeciendo paulatinamente hasta fallecer. La explicación de la causa, por qué se tiene que
morir, y que hay después de abandonar
esta vida; son temas complejos que para comprenderlos hay que comenzar
por creer que la Biblia es la palabra de Dios; como fe, dedicación y el estudio
de ella.
Algunos
teólogos de la Biblia, de algunas líneas religiosas, con el fin de no perturbar
sus propias mentes, como las de los fieles de sus iglesias, enseñan
doctrinas que no se ajustan a la realidad de lo que la palabra de Dios le revela hombre. Como
tampoco enseñan la realidad de lo que acontece después de la muerte del
cuerpo, al separarse el alma de él.
Por supuesto, debido a que esas teorías (que se
explicarán más adelante) ofrecen una segunda oportunidad después de la muerte,
tienen una amplia aceptación entre sus seguidores, ya que les da algo de
tranquilidad para sus mentes. Solo aquellos que realmente tienen el deseo de
saber la verdad sobre estos temas, obtendrán de Dios, la ayuda y la guía de su
Espíritu hacia la verdad. Así lo
aconseja la Biblia en Colosenses 3.16 diciendo: “La palabra de Cristo more en
abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda
sabiduría”.
El que
firmemente se proponga, en saber la verdad sobre estos temas, podrá con la guía
de Dios y la Biblia llegar a discernir entre la realidad que enseña la palabra
de Dios, y las doctrinas adulteradas. Solo así se podrán comparar a la luz de
la palabra de Dios las enseñanzas y credos que no se encuentran en ella. Estas
cosas acontecen cuando algunos líderes se desvían de la única verdad que ofrece
la Biblia, e introducen pensamientos e ideas personales, en busca de gloria o
ganancias. Estos actúan como maestros, torciendo las enseñanzas bíblicas, que
son las únicas guías escritas que Dios
le ha provisto a los hombres.
Se puede pensar que para algunos, no es fácil poder entender lo que la Biblia enseña, sobre la existencia de un Dios creador del universo, como la coexistencia de un grupo formado por Satanás y los ángeles que se rebelaron en contra de Él. Los cuales son enemigos, tanto de Dios como de nosotros los humanos. Todo esto, y otras cosas más de lo que la palabra de Dios relata; es algo que seguramente a muchos se les hace difícil de poderlas creer, y entenderlas a cabalidad.
le ha provisto a los hombres.
Se puede pensar que para algunos, no es fácil poder entender lo que la Biblia enseña, sobre la existencia de un Dios creador del universo, como la coexistencia de un grupo formado por Satanás y los ángeles que se rebelaron en contra de Él. Los cuales son enemigos, tanto de Dios como de nosotros los humanos. Todo esto, y otras cosas más de lo que la palabra de Dios relata; es algo que seguramente a muchos se les hace difícil de poderlas creer, y entenderlas a cabalidad.
Lo mismo acontece con el tema de la creación
del hombre, que Dios hizo del polvo de la tierra y le dio vida. Ni mencionar de
cómo Dios hizo a la mujer, para dársela luego por compañera a Adán. Mucho menos podrán algunos asimilar
el relato, de la primera pareja, que por ingerir un simple fruto;
desobedeciendo el mandato divino de no comer el producto de ese árbol de la
ciencia del bien y del mal, haya podido
ser la causa de la entrada del pecado, y
la muerte para toda la raza humana.
Al desobedecer el hombre el mandato Divino, y
hacerle caso a las argucias Satánicas,
se constituyó automáticamente en súbdito del diablo, por cuanto obedeció su voz
y no la de su Creador. Desde ese momento que desobedeció, él también tendría el
mismo castigo que le fue preparado para Satanás y los ángeles que participaron
en esa rebelión que hubo en el cielo.
Muchos
alegan que no pueden creer en esas cosas, porque la Biblia fue escrita por
varios hombres, razón por la cual ella no puede ser confiable con lo que
afirma. Sin embargo ellos, fácilmente pueden creer en los escritos de otros
hombres, con cuyas hipótesis afirman que este universo se formó por una gran explosión (la famosa teoría del “big
Bang”). Y Como el hombre se formó por
medio de la evolución de las especies, terminando con “el último eslabón”
(que de paso no lo encuentran),
para afirmar que el hombre procede del
mono.
Los que no
creen las cosas escritas en la Biblia, la cual contiene todas las informaciones
e instrucciones que el hombre pueda
necesitar para documentarse; dejando aparte el hecho que están despreciando las sagradas escrituras, están a su vez, repudiando al autor e inspirador intelectual que no es
otro que el mismo Dios.
Lo mismo
aconteció con Jesucristo y su pueblo, los cuales no creían que Él, era el Mesías.
Ellos afirmaban que creían en los escritos bíblicos pero no en Él. Jesús para
que pudieran notar sus contradicciones
en Juan 5.39 les dijo: “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os
parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio
de mí”.
Moraleja,
reconocían las escrituras pero no reconocían a su autor. Lo más Absurdo de todo
esto es: Que los que alegan de no poder
creer en la Biblia, por el hecho de que fue escrita por seres humanos; por otra
parte le dan crédito a las teorías escritas por otros hombres, donde hablan que
el inicio del universo se produjo por
una gran explosión, y luego la evolución se encargó de todo lo demás.
Posiblemente
los que piensan de esta manera, creen que los autores, de esas falsas teoría y contrarias a la realidad manifestada por Dios
en su palabra, sean escritores más sabios que Moisés, Isaías, Salomón y otros;
que inspirados por Dios escribieron esos sesenta y seis (66) libros que
contiene la Biblia, sin que ninguno de ellos se contradiga en su contenido.
Pues El apóstol Pablo nos da la
correcta enseñanza sobre este argumento
diciendo en 2 Timoteo 3.16 “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil
para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia”.
A estos tipos de individuos, difícilmente se les
puede dar a entender que Dios es el creador de todo. Sin embargo por
conveniencia, festejan los días en los cuales
se conmemoran, el nacimiento y
la muerte de Jesucristo, pero no lo
reconocen como el Creador de todo, Salvador
y mucho menos como Dios.
Cuando se trata de enseñarle a uno de estos,
que Dios es el creador de todo lo existente, la tarea llega a ser como aquel
que pretende explicarle a un ciego de nacimiento, la belleza de los colores. En esta tarea por más que uno se esfuerce con ejemplos verbales, nunca lograría que el ciego
pudiera llegar a entender la diferencia que existe entre un rojo, blanco o
negro. Porque él no tiene idea de lo que es un color, ya que en su mente solo
tiene tonos de gris oscuros, o más claros, según la intensidad de la luz que
hay en el ambiente; debido a que nunca vio los colores, por haber nacido con
ese impedimento de la vista.
Pero si tan solo se le pudiera conceder la
vista por un momento y mostrarle los colores, inmediatamente entendería lo qué
es un color, y la diferencia que hay entre ellos. Eso mismo es lo que acontecerá un día, cuando el alma del
hombre se separe del cuerpo, y llega a esa nueva dimensión. Al cruzar esa frontera, se encontrará en la
presencia de Infinidades de seres celestiales, como de aquellos que vivieron y
dejaron un día este mundo.
En ese momento el alma que estuvo con las
limitaciones que les fueron concedidas al cuerpo, se dará cuenta que su entendimiento de las cosas se
amplió; las dudas desaparecieron, su conocimiento estará en la plenitud
perfecta. El apóstol Pablo nos da la correcta explicación sobre este tema de lo
que acontecerá en ese momento diciendo
en 1 Corintios 13.12 “Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido”.
en 1 Corintios 13.12 “Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido”.
En ese
instante, el alma se dará cuenta como estuvo sometida a un cuerpo, que Dios le
permitió ocupar por un tiempo, limitando a lo humano sus facultades. El alma
tuvo que estar sujeta a ese cuerpo que le fue permitido ocupar, a tal punto,
que en algunos casos al este enfermarse, sus capacidades para actuar fueron minimizadas de acuerdo a
la índole de la enfermedad. Por ejemplo, en el caso de estar el cuerpo enfermo
con alzheimer, demencia senil o en coma, el alma queda completamente desconectada de este mundo;
estando el cuerpo en esa condición, este llegaba a ser la celda de su prisión.
Cualquier
humano sea cual fuere la causa al morir,
su alma se separa de ese cuerpo, y lo
abandona para siempre; en ese momento para ella es como salir de una prisión,
con la claridad de un nuevo amanecer. Esa alma que estuvo recluida por años
conquista su libertad, al librarse del
que lo retenía. Desde ahora estará en su
ambiente natural, desapareciendo todas las dudas y limitaciones, a que estuvo
sujeta. En ese momento de un conocimiento relativo de las cosas, pasará a una
más amplia percepción, y de todos los orígenes. Sabrá al fin quién es Dios y su
perfecta justicia.
Solo
restaría por decir lo siguiente: Toda
alma que buscó como refugio a Jesucristo, estará bajo la protección de Dios y seguro en Él, como lo describe el
Salmo 91.1 al decir: “El que habita al abrigo del Altísimo Morará bajo la
sombra del Omnipotente”. Pero ¿qué será de aquel que dudó de todo acerca de
Dios, de su palabra y nunca buscó la salvación en Jesucristo? Estas y otras tantas preguntas, tienen la
respuesta en el tema de este estudio que inicia a continuación.
PRIMERA PARTE
Donde se originó y como entró la
muerte al mundo.
Al iniciar este tema es conveniente saber que la muerte ha sido interpretada y explicada en varias maneras por muchos en diferentes edades. Sin embargo nada ni nadie, puede dar una explicación más acertada que la Biblia, la palabra de Dios revelada al hombre. Así que, apartando las opiniones personales, veremos lo que ella nos dice sobre su origen y efectos para toda la humanidad. En el libro de Romanos 5.12 lo enseña de la siguiente manera: “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”. Lo que este pasaje bíblico nos comenta como primera cosa es, que la muerte es una consecuencia del pecado; luego nos dice que entró al mundo por un hombre.
Al iniciar este tema es conveniente saber que la muerte ha sido interpretada y explicada en varias maneras por muchos en diferentes edades. Sin embargo nada ni nadie, puede dar una explicación más acertada que la Biblia, la palabra de Dios revelada al hombre. Así que, apartando las opiniones personales, veremos lo que ella nos dice sobre su origen y efectos para toda la humanidad. En el libro de Romanos 5.12 lo enseña de la siguiente manera: “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”. Lo que este pasaje bíblico nos comenta como primera cosa es, que la muerte es una consecuencia del pecado; luego nos dice que entró al mundo por un hombre.
Todos
sabemos a qué hombre se refiere, y cuál fue su desobediencia; aunque para
algunos, esa transgresión de Adán, de comer ese fruto que Dios le prohibió que
comiera, advirtiéndole que de hacerlo
ese día moriría; le podría parecer algo muy insignificante, para haber
traído tanto dolor y miseria a este mundo.
Seguramente se
puede pensar de esa manera, porque no nos podemos imaginar la santidad y la
justicia de Dios, que sobrepasa todo entendimiento. Y no solamente eso, sino
que por su justicia tuvo que aceptar, que tanto el hombre como su hábitat, la tierra desde ese momento pasaban a ser
dominados por Satanás.
Es posible
que la anterior afirmación, para algunos les pueda parecer algo exagerada, pero
ya no lo será cuando meditamos en lo que le dijo Satanás a Jesús cuando lo
llevó a un lugar apartado para tentarlo según lo relata el evangelio según San
Lucas 4.5-7 que dice: “Y le llevó el diablo (a Jesús) a un alto monte, y le
mostró en un momento todos los reinos de la tierra. Y le dijo el diablo: A ti
te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido
entregada, y a quien quiero la doy. Si tú postrado me adorares, todos serán
tuyos".
Como se
puede notar que esa desobediencia, que algunos retienen una insignificancia,
fue la que causó todo el desastre de
pecado y muerte en este mundo. Por cuanto el hombre creyó lo que le sugirió el
diablo, y no lo que Dios le ordenó. Luego debido a que toda injusticia es
pecado, esa desobediencia fue el origen que acarreó la entrada de la muerte
para todos los hombres.
El
significado de la sentencia: “ciertamente morirás”.
Dios fue muy claro al decirle a Adán de no comer el fruto de ese árbol, en Génesis 2.17 le dijo: “mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás”. Solo como una reflexión, para los que piensan que eso de comer ese fruto fue algo insignificante. ¿Nos hemos puesto a pensar como hubiera quedado Dios, si después del hombre comer ese fruto, por amor a la pareja le hubiese solamente regañado y sermoneado diciéndole: No vuelvan a hacer eso de desobedecerme?
Dios fue muy claro al decirle a Adán de no comer el fruto de ese árbol, en Génesis 2.17 le dijo: “mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás”. Solo como una reflexión, para los que piensan que eso de comer ese fruto fue algo insignificante. ¿Nos hemos puesto a pensar como hubiera quedado Dios, si después del hombre comer ese fruto, por amor a la pareja le hubiese solamente regañado y sermoneado diciéndole: No vuelvan a hacer eso de desobedecerme?
Como hacen muchos padres que prometen a sus
hijos y luego no le cumplen. La palabra de Dios es firme como una roca, y de no
ser así, ¿qué Dios sería ese que no cumple lo que promete? De no haber
cumplido, seguramente esos mismos que piensan que ese pecado
de Adán fue una simpleza, hoy día estarían criticando a Dios por no haber cumplido, lo que había prometido que de desobedecer moriría.
Cuando
Satanás se rebeló en contra de Dios con esa tercera parte de los ángeles,
(pueden leer algo de esa rebelión en Isaías 14.11-17 y Ezequiel 28.12).
Todos los que participaron en esa
rebelión fueron castigados. Aunque ese castigo todavía no se ha efectuado, les
está reservado un lugar de tormento en el futuro. Así fue revelado por Jesús en
libro de Mateo 25.41 diciendo: “Entonces dirá también a los de la izquierda:
Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus
ángeles”. Ese castigo es lo que se conoce como la muerte eterna.
Ese
mismo castigo le tocaba también al hombre, aunque para él ese castigo tiene otro nombre que es:
“La muerte segunda”. Así lo llama en Apocalipsis 21.8 para todos los pecadores
de este mundo al decir: “Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán
su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda”.
Esa segunda
muerte, no tiene nada que ver con la del cuerpo que nosotros conocemos, que es
la primera que les acarreó el pecado a todos los hombres. La cual conocemos
como la muerte del cuerpo, donde el cuerpo vuelve
al polvo de esta tierra. Después de esa muerte, lo que le espera al
hombre es el juicio. Esto es lo que la Biblia nos enseña en Hebreos 9.27 que dice: “Y de la manera que está
establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el
juicio".
A este punto es propicio recordar: Que todo
aquel que en esta vida no ha asegurado el perdón de sus pecados con Jesucristo,
y no tener inscrito su nombre en el libro de la vida; después de su muerte
natural le espera la otra, que es la muerte segunda. La cual no es sí una
muerte como se podría entender, sino el castigo contemplado para todos
los que no le hicieron caso al que podía perdonar sus pecados. En Juan 3.19 lo
confirma diciendo: “Y esta es la
condenación: que la luz (Jesús) vino al mundo, y los hombres amaron más las
tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas”.
La
condenación en sí consiste en la separación eterna del ser humano, de la
presencia de Dios, para estar en el mismo lugar de castigo que le fue preparado para el diablo y sus ángeles. El
que cree y acude en Jesucristo como su
Salvador, tendrá un trato muy diferente y sufrirá de una sola muerte que es
la natural. Es así como dicen comúnmente en el ambiente cristiano: que el que
nace una sola vez, muere dos veces, y el que nace dos veces, una de mujer y
otra por el Espíritu, muere una sola vez.
Las
consecuencias de la desobediencia del hombre.
Por supuesto que desde el momento, que el hombre desobedeció, se encontraba en la misma condición de castigo, que Dios dispuso para Satanás. Es decir, estaba condenado “al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles”. Pero Dios en su amor mostró misericordia hacia el hombre al prometerle un Salvador, que lo rescataría de esa condición de pecado, para colocarlo como miembro de la familia de Dios. El único requisito para que esto se hiciera una realidad, sería creyendo y confiando plenamente en Él, como prometió que lo haría; y lo cumplió al enviar a su hijo Jesús, para morir por nosotros en la cruz.
Por supuesto que desde el momento, que el hombre desobedeció, se encontraba en la misma condición de castigo, que Dios dispuso para Satanás. Es decir, estaba condenado “al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles”. Pero Dios en su amor mostró misericordia hacia el hombre al prometerle un Salvador, que lo rescataría de esa condición de pecado, para colocarlo como miembro de la familia de Dios. El único requisito para que esto se hiciera una realidad, sería creyendo y confiando plenamente en Él, como prometió que lo haría; y lo cumplió al enviar a su hijo Jesús, para morir por nosotros en la cruz.
A todo esto
damos gracias a Dios, porque aunque el
hombre cayó en ese pecado enemistándose
con Dios, como lo hicieron Satanás y sus ángeles al rebelarse, al hombre Dios le concedió la posibilidad de ser
rescatados; tuvo misericordia del ser humano sacrificándose Él mismo por
nosotros, para socorrernos, para
restaurarnos y darnos la posibilidad de ser reconciliados con Él.
Este acto
soberano y misericordioso de parte de Dios, posiblemente se debió a que Satanás
y los ángeles tenían un amplio
conocimiento de su majestad, poder y esplendor, que el hombre y su mujer
no tenían. Como también es de suponer, que esa rebelión de Satanás y sus
ángeles fue algo que se preparó con premeditación. Mientras la del hombre fue
inducida con engaño. (Esto no es con el fin de justificar la desobediencia del
hombre).
Sea cual
fuere la razón, a los ángeles no le fue concedida otra oportunidad de ser
socorridos, y seguir viviendo con Dios; porque ellos ya tenían ese privilegio y
lo perdieron. Dios en su soberanía, este socorro solamente se lo otorgó al hombre; no se lo concedió los ángeles. Así lo dice en Hebreos 2.16:
“Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la
descendencia de Abraham”. (Donde estamos incluidos nosotros).
De manera que, así como Dios le puso un
período de prueba a Adán en el huerto. En el futuro le daría al hombre toda una
vida, para que pudiera libremente escoger a quien servir; si a Él para salir de esa condición de muerte espiritual y
buscar la vida en Jesús, o seguir como esclavo al lado de su enemigo Satanás para una muerte eterna.
El primer
período que le concedió al hombre fue el de la conciencia, que inició con Adán,
hasta Moisés. En el cual los hombres se regían según las enseñanzas que
recibían de padres a hijos. Estas eran conservadas en sus corazones y en cuyos razonamientos, sus conciencias los defendían o acusaban. Ya
que no había escritos ni experiencias previas
aparte de las que impartía Adán a sus descendientes.
En Romanos
2.12, así lo explica: "Porque todos los que sin ley han pecado, sin ley también
perecerán; y todos los que bajo la ley han pecado, por la ley serán juzgados; Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que
es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando
la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y
acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos, en el día en que Dios juzgará
por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio”.
Luego viene
el período de la ley, desde Moisés hasta Jesucristo. En ese período estaba
establecido que sería: “Maldito todo aquel que no permaneciere en todas
las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas”. Cosa que resultó
imposible para el hombre.
Por último desde que Jesucristo vino a este
mundo, y cumplió con todos los requisitos de la ley; y entró el período de la
gracia, en el cual todo aquel que creyere de corazón en su muerte y
resurrección sería salvo.
Lo que sí no
ha cambiado, es que tanto al hombre, como a la mujer Dios les estableció un
período de vida en este mundo. Durante
ese tiempo, cuidándose en comer sanamente y evitando con prudencia
los peligros y los vicios; su promedio de vida sería por lo
menos unos setenta u ochenta años. Luego instruyéndose de una manera adecuada
con la palabra de Dios y creyendo en el sacrificio de Jesucristo su alma
viviría eternamente con su Creador.
Por lo que
concierne esa oferta de salvación prometida por Dios, no se trata de una simple promesa de socorro, y así rescatar al
hombre con algún medio negociable o humano. Era algo muy serio para para su Hijo, el cual se había ofrecido voluntariamente para esa obra.
Era exactamente lo que Abel había hecho cuando ofreció ese cordero inocente por
los pecados de él. Ese animalito no tenía culpa alguna, no conocía el pecado,
ni los de Abel. El cordero solo estaba representando a Jesucristo, al Dios hecho hombre
que moriría para perdonar y salvar a la humanidad como ese corderito.
Significaba que Jesús, tendría que humanarse,
nacer como un simple mortal, vivir como tal y sin pecar, cumplir con toda la
ley, (aun siendo Dios no aferrarse a lo que él era) tenía que luchar y ser
tentado en todo como un hombre cualquiera; y luego ser la víctima al morir como
un inocente cordero sin motivo alguno.
Esa muerte
de un justo por los injustos, fue para vencer el pecado y la muerte. En efecto
como la muerte vino por un hombre que pecó; también por Jesús el justo que
murió injustamente ella fue vencida. La prueba irrefutable de su victoria fue
que la muerte no lo pudo retener en la tumba; por haber sido ejecutado siendo
inocente. Esa fue la razón por la
cual la muerte no lo pudo sujetar, y
tuvo que soltarlo a los tres días, razón
por la cual, Dios el Padre lo resucitó de entre los muertos.
Ese acto
sirvió para que el hombre tuviera la oportunidad de ser socorrido, y obtener
durante su vida en este mundo una
segunda oportunidad. Lo que el hombre tiene que entender claramente ahora es:
Que eso no funciona de una manera automática. O sea, que Jesús venció y todo
quedó resuelto. Sino que el hombre
quedó en medio de dos fuerzas, la del
bien que es de Dios, que le puede socorrer salvando su alma, y la otra la de
Satanás que lo llevará a la condenación eterna. Dios está ahora a la puerta del corazón del hombre, con la disposición de
perdonarle; él solo tiene que abrirle su
corazón, y confiar plenamente en Él, dándole entrada a su vida para obtener la
paz con Dios.
A este punto
es donde el hombre tiene dos alternativas, una es la de creer que Dios envió a
Jesucristo para salvarle, creyendo que murió por él, y resucitó para su
justificación. Esto es lo que la palabra de Dios le aconseja al hombre; y se
encuentra en el libro de Romanos 10.8-10 diciendo: “Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la
palabra, en tu boca y en tu corazón.
Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca
que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los
muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la
boca se confiesa para salvación”.
Eso es todo
lo que Dios requiere del hombre, solo con creer y confesar diciendo de todo
corazón: “Dios mío, yo creo que Jesús murió y resucitó por mí”. Nada más
fácil, solo creer lo que Dios dice. Con eso se restablece la paz con
Dios y se obtiene la vida eterna. En cambio para perder esa oportunidad de
salvación y ser condenado eternamente, el hombre no tiene que hacer
absolutamente nada. Puede permanecer
como está, con sus creencias, costumbres religiosas y tradiciones. Con esa actitud
permanecerá con aquel que tiene el reino del pecado y de la muerte.
Una analogía
para regresar a Dios y obtener el perdón.
Alguien podrá decir, ¿Bueno, si Jesús venció en la cruz el pecado y la muerte, no somos ahora todos salvos? Teóricamente es así, pero aunque Dios es el que pone en el hombre y la mujer; “tanto el querer, como el hacer por su buena voluntad;” la misma palabra le da un espacio al ser humano, para que después de oír, o leer la palabra de Dios, en el alma de aquel que es escogido, se generará una inquietud, un despertar espiritual para ser justificado, (esto sería la fe) y ese creer para justicia, es solo un primer requisito. Según lo enseña en Romanos 10.9. Luego viene el otro paso, ya que Dios requiere una confesión de parte del hombre; en ese momento es cuando él debe poner de su parte para completar el proceso de salvación según Romanos 10.10. Para poder entender bien la posición de cada uno de nosotros, se usará esta analogía.
Alguien podrá decir, ¿Bueno, si Jesús venció en la cruz el pecado y la muerte, no somos ahora todos salvos? Teóricamente es así, pero aunque Dios es el que pone en el hombre y la mujer; “tanto el querer, como el hacer por su buena voluntad;” la misma palabra le da un espacio al ser humano, para que después de oír, o leer la palabra de Dios, en el alma de aquel que es escogido, se generará una inquietud, un despertar espiritual para ser justificado,
Imagínese
por un momento de estar manejando un vehiculo y entras en una flamante y
ancha autopista, que al finalizar lo
lleva a una ciudad llamada “perdición”. Como a la mitad del camino, lees un
aviso que dice: “a dos Kilómetros desvío
para “ciudad vida;” con una flecha indicando a la derecha. Sigues
manejando y pensando en ese desvío que despertó en ti el deseo de visitar esa
ciudad. Al llegar a esa entrada,
recortas te paras y ves que la carretera no es mala, pero no es tan buena y
ancha como la autopista en la cual estas recorriendo.
A este punto
tienes que decidir, si te desvía a la derecha hacia esa otra dirección, o
simplemente sigue derecho sin que se
produzca ningún cambio en la ruta
que llevas. En ese momento tiene delante de ti los dos caminos, puedes omitir
completamente ese desvío a la derecha, y
continúa por el camino en la autopista
que te conduce a la ciudad “perdición”.
Para eso no tienes que hacer nada en absoluto, ni tomar decisión alguna
sino seguir por la misma autopista hasta ese destino final.
Si por el
contrario cuando estás en ese encrucijada decide visitar la “ciudad vida”, al
poco rato de recorrer la entrada, encuentras un peaje, al llegar allí un
vigilante te da un folleto que dice: Para tener acceso a esta ciudad debes hacer y creer todo lo que está escrito
en este folleto. De no estar de acuerdo,
puedes dar la vuelta y regresar a la autopista por donde venías. Si estás de
acuerdo con las instrucciones del folleto, sigue exactamente lo que dice, y
tendrás acceso a la “ciudad vida”. Tan sencillo como eso.
Claro que
aparentemente todo parece muy sencillo, solo que ahora resta saber cuál el
contenido o que dice ese instructivo. En él está escrito lo siguiente: “Todos
los que toman este camino para entrar a la “ciudad vida” tienen: “que confesar
con su boca que Jesús es el Señor, y creer en tu corazón que Dios le levantó de
los muertos, para ser salvo. (Romanos 10.9-10). Con eso solamente llega a ser
ciudadano de ella para siempre.
Lo que Jesucristo hizo fue, para que todo aquel
que cree en él, no se pierda más tenga vida eterna; Él abrió un camino a la
derecha para la vida. Para seguir en el
camino que lleva a la perdición, el hombre no tiene que hacer absolutamente nada, solo tiene que
seguir por ese camino que emprendió. Para tomar el camino de la vida, hay que
creer, y hacer lo que dice la palabra de Dios. Él restableció al hombre, a esa
posición que tenía antes de pecar, con la diferencia que ahora tiene conocimiento
y sabe dónde está la voluntad y la voz de Dios, y cuál es el camino que lleva a
Él, por medio de la fe. En efecto el
mismo Jesús lo afirmó en Juan 14.6 al decir: “Yo soy el camino, y la verdad, y
la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”. Mientras la intención de Satanás es, la de destruir el
alma del hombre, por el solo hecho de que somos una obra especial de las manos
de Dios.
Algunas teorías espuria o ilógica sobre el más
allá.
Antes de analizar la diferencia existente entre la muerte espiritual, la física y la eterna, que se explicará en la segunda parte; es necesario conocer lo que algunos credos religiosos enseñan sobre lo que acontece después de la muerte. No se hará mención a cuales doctrinas o grupos pertenecen tales enseñanzas, ya que la idea no es juzgar esas otras creencias, ya que solo se desea, es que sea la palabra de Dios, y el buen juicio del lector, el que juzgue y determine la verdad del tema, a la luz de la palabra de Dios.
Antes de analizar la diferencia existente entre la muerte espiritual, la física y la eterna, que se explicará en la segunda parte; es necesario conocer lo que algunos credos religiosos enseñan sobre lo que acontece después de la muerte. No se hará mención a cuales doctrinas o grupos pertenecen tales enseñanzas, ya que la idea no es juzgar esas otras creencias, ya que solo se desea, es que sea la palabra de Dios, y el buen juicio del lector, el que juzgue y determine la verdad del tema, a la luz de la palabra de Dios.
Como se dijo
anteriormente en la primera parte, algunos teólogos o estudiosos de la Biblia
de algunas líneas religiosas, con el fin de no perturbar sus propias mentes,
como las de otros fieles, enseñan doctrinas, que no se ajustan a la realidad de
lo que la palabra de Dios expone para
ese caso. Ni lo que acontece después de la muerte, cuando ocurre la separación
del alma de su cuerpo.
Por
supuesto, debido a que algunas de esas teorías ofrecen una segunda oportunidad
después de la muerte, otras diciendo que eso será como un sueño sin fin y total del alma, o una perpetuación
reencarnándose nuevamente y de manera continua. Esas enseñanzas tienen una amplia aceptación entre sus
seguidores, ya que les ofrece algo de tranquilidad para sus mentes.
Mientras la verdad que se encuentra en la palabra de Dios, solo
nos habla de morir una sola vez, y luego de un justo juicio de parte de Dios, ese determinará en cuál de los dos lugares
preparados para todas las almas ella
irá. Como son varias las enseñanzas difundidas de los que presuntamente
acontece con el alma después de la
muerte, solo se mencionarán tres de las más divulgadas, que seguramente han
llegado en algún momento a nuestro conocimiento.
Comenzaremos con decir, que una esas
enseñanzas es el sueño o destrucción del Alma.
Esta consiste en decirles a sus
fieles que al morir, su alma estará reposando en una tumba al igual que su
cuerpo; iniciando un sueño en el cual no
sabe más nada de su existencia o de vida anterior, perdiendo por completo la
conciencia de las cosas. O sea, la
comparan en el aspecto físico, a
alguien que duerme; en cuyo sueño pierde totalmente el conocimiento de su existencia. Luego si
esa alma está en la mente de Dios, por haber obrado adecuadamente en su vida Él
lo resucitará.
En caso contrario, el de no haber obrado
conforme a lo establecido por Dios, seguirá en ese estado de inconsciencia
perdiéndose para siempre. O sea el alma desaparece, desvanece para siempre como
si nunca existió. Seguramente que estos maestros, no han meditado bien en el
relato de Lucas 16, donde Jesús enseña con la historia del rico y Lázaro lo que
acontece después de la muerte. O si intencionalmente lo omitieron, tanto para
complacer su mente, como la de los seguidores de esa doctrina.
Otra muy divulgada también es esta otra
doctrina que no se puede dejar de mencionar por ser tan engañadora como el
“sueño eterno del alma”, esta es la del purgatorio. Según esta línea religiosa
su definición es la siguiente: “Debido a que todo aquel que entra en el
Purgatorio terminará entrando al Cielo tarde o temprano, el purgatorio no es
una forma de infierno. Las plegarias a Dios por los muertos, la celebración de
eucaristías y las indulgencias pueden acortar la estadía de una o varias almas
que estén en dicho estado”. (La anterior
definición fue copiada de Internet.)
Pues como se
puede notar, esta es otra doctrina que
trata de suministrar una esperanza, o una segunda oportunidad después de
la muerte al que no cumple con lo que Dios ha provisto para el perdón de los
pecados. Esta enseñanza es un desprecio
directo al sacrificio de Jesucristo. El cual siendo el Dios creador de todo lo
que existe, después de despojarse de su
lugar de gloria se humanó para vivir y
luchar en este mundo como hombre
cualquiera.
Cumpliendo él con todo lo establecido en la
ley, soportó el vituperio de su pueblo que no pudo reconocerlo como su Dios y
protector. Fue abofeteado, escupido y escarnecido por los mismos hombres que Él
creó. Luego sin haber cometido pecado alguno lo condenaron a muerte, siendo
clavado en una cruz. Todo lo anterior
Jesús lo hizo por amor al hombre para
librarlo de las manos de Satanás, de la esclavitud del pecado y de la muerte
eterna.
Ahora en el año 1003, viene
un tal Siccone Sechi, “Juan XVII” que , instituye la fiesta de
los muertos y de allí nace el purgatorio. En el cual con plegarias, eucaristía,
e indulgencia se puede acortar la estadía en ese sitio con el perdón de los pecados
para luego entrar al cielo. ¿Qué le parece? a este papa hay que hacerle un
monumento en el cielo.
Porque
reflexionando un poco sobre este medio tan sencillo del purgatorio, donde
pagando una misa, o indulgencias y eucaristía se puede por medio de un
sacerdote obtener el perdón de los pecados. Con esta idea o método, con el cual
se acorta el tiempo de permanencia en ese sitio, quedando el alma limpia de todo pecado para
entrar al cielo. Con todo esto se podría llegar a la
conclusión, que el sacrificio de Jesucristo por los pecados de la humanidad, y
todo su sufrimiento, fue todo un teatro de parte de Dios sin ningún valor, ya
que el purgatorio lo sustituiría plenamente.
Tuvo que ser
este genio Siccone, el hombre que inventara el purgatorio para que se iluminara
la mente de Dios; que seguramente quedaría
extrañado, que a Él no se le había ocurrido eso antes. El lugar de
enviar a su Hijo Jesucristo al desprecio
y muerte en la cruz haciéndose
maldición por nosotros. Ya que según la ley el que muriera colgado en un madero
era maldito. Gálatas 3.13 “Cristo nos
redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está
escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero”.
No se
explica cómo estos maestros puedan
enseñar ese atajo para recibir el perdón de los pecados, sin acudir al único medio de salvación y dador de la vida
que es Jesús. Lo lamentable de todo esto es: que muchos viven con esta
falsa esperanza de un purgatorio que los librará de sus pecados. Estos
ignoran que están engañados, ya que solo
Jesús puede perdonar sus pecados en esta vida; porque al morir ya está sellada
la suerte del alma sin posibilidad de
cambio alguno, ni de purgatorio del cual la Biblia no menciona ni insinúa su
existencia. Estos maestros, tampoco han
meditado bien en el relato de Lucas 16, donde Jesús enseña la historia del rico
y Lázaro, y lo que les acontece después de la muerte. O lo omitieron intencionalmente para complacer sus
mentes, como la de los seguidores de esa doctrina.
Otra
doctrina de hombre, que tampoco se menciona en la palabra de Dios la Biblia,
es la de la reencarnación. Ésta la
podríamos llamar la perpetuación de la vida, que tampoco se sabe de dónde se apoyaron para
semejante falsedad: enseñando que el alma vuelve a la vida reencarnándose. Esta
enseñanza, afirma que la reencarnación consiste en un ciclo sin fin, cuya
esencia individual de las personas (ya sea mente, alma, conciencia o energía)
adopta un cuerpo material mejorado
varias veces, según vaya muriendo.
Esta
creencia que una persona fallecida volverá a vivir o aparecer con otro cuerpo
(con una personalidad generalmente más evolucionada) ha sobrevivido incluso
dentro de algunas religiones judeocristianas.
No vale la
pena comentar esta doctrina milenaria hindú, solo añadiré dos cosas: Una, que
esta como las demás, es una falsa esperanza para poder hacer todo lo que a uno
se le antoje en esta vidas; sin importarle en absoluto de que hay un Dios. Ya
que según ese proceso evolutivo, al
morir uno se va renovando en múltiples oportunidades. El otro comentario más
claro y de indubitable certeza, se lo dejo a la palabra de Dios que habla por
sí sola por lo que dice en Hebreos 9.27
de la siguiente forma: “Y de la manera que está establecido para los hombres
que mueran una sola vez, y después de esto el juicio.” Esta enseñanza proviene
de la palabra de Dios; los que la
quieran ignorar, que la ignoren. Se vive en este mundo y se muere una sola vez,
para luego ser juzgados por nuestros hechos.
Fin de la
primera parte, en la segunda se explicará sobre las tres clases de muerte.
aggeop@gmail.com
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